Vayan estas humildes líneas como un homenaje a quien formó a miles de yurecuarenses a lo largo de más de setenta años. Con su ejemplo nos entregó docencia y decencia.
Ella tuvo vocación y amor por lo que hacía cotidianamente.
La maestra “Elisita”, quien también nos dedicó su vida, fue la madre de la maestra Aída. Su padre fue Filogonio Gil. Trabajó como telegrafista bajo las órdenes del general Villa en la Hacienda de Canutillo en Durango y fue quien recibió la noticia del asesinato del general revolucionario el 20 de julio de 1923. Probablemente fue de los pocos que se atrevieron a acompañar el cadáver del líder guerrillero cuando lo velaron en el hotel Hidalgo de Parral, Chihuahua donde había ocurrido la emboscada.
Posteriormente la familia Gil Salazar se trasladó al estado de Jalisco, habiendo vivido en La Barca y Atequiza. En Guadalajara, la maestra Aída realizó sus estudios en el Instituto Musical graduándose como maestra de música, con especialidad en pianísitica en 1935. Posteriormente se quedó a vivir en Yurécuaro e ingresó a la Escuela Primaria Federal “Lázaro Cárdenas” (cuyo nombre se sustituyó posteriormente por el de Escuela Primaria Federal “Constitución de 1917”).
Ella continuó su preparación personal graduándose como Maestra Normalista en 1951.Por esos años, la maestra Aída impulsó fervientemente el cariño por la música y en todos los festejos patrios de la década de los años 50´s ayudó en la realización de muchos eventos que hicieron de nuestro terruño uno de los sitios más alegres de la región. Por esas fechas, también formó parte del Quinteto de los Hermanos Macías, (a quienes también debemos honrar).
A ellos los acompañó en sus conciertos por muchas ciudades de Michoacán y Jalisco y se presentaron en las transmisiones que difundía la XEZM de Zamora en el programa “Michoacán en Marcha”.
En otro ámbito en el que la maestra Aída trascendió fue en el político ya que como representante del Ayuntamiento en el trienio 1957-1959 fungió como presidenta municipal el último año del mismo. Cabe agregar que hasta la fecha, ha sido la única mujer que ha ocupado tan importante cargo en nuestro municipio y en todo el estado de Michoacán, fue la segunda mujer al frente de un gobierno local. En tan solo un año de su gestión y con poco presupuesto como se estilaba en aquellos años, realizó muchas obras por lo cual es digna de elogios.
Sin embargo, por lo que más la debemos recordar es por el hecho de haber salido avante en un ambiente donde los hombres, por lo general, le dejamos poco espacio para desenvolverse a las mujeres. La maestra Aída fue pionera en todo México en lo que respecta al ejercicio del derecho que tienen todas las mujeres por condiciones de igualdad en todos los campos del quehacer humano. Debido a esto, ella se ganó un lugar en la historia. Ahora le pido al lector que se remonte al Yurécuaro de hace cincuenta años, cuando ocurrieron estos hechos.
Piensen en todas las barreras que tuvo que haber librado esta mujer, pequeña en estatura pero grande en determinación y con la convicción de que todos sus esfuerzos y penurias valían la pena porque los hacía por su querido pueblo. Una dificultad que tuvo que vencer en ese entonces fue la de aclarar una acusación que se hizo durante la investigación del choque de trenes frente a La Estación. Se rumoraba que había sido producto de un sabotaje por parte de algunos seguidores del líder ferrocarrilero Demetrio Vallejo.
También se dijo que los saboteadores habían tenido demasiadas libertades para actuar en el pueblo y que por eso habían logrado su cometido. Se aclaró que existía un destacamento de soldados encargado de las Vías Federales y por lo tanto se deslindaron responsabilidades y la maestra Aída libró una barrera más en su camino. De lo que no se pudo salvar fue de pisar la cárcel.
Esto ocurrió en 1968 cuando fungía como presidenta del Consejo Municipal Electoral y durante las elecciones para renovar el Ayuntamiento se desaparecieron unas urnas. Como ella era la responsable de todo el proceso electoral, debió permanecer en el “bote” durante ocho días mientras se aclaraba el asunto del cual también salió libre de culpa.Los maestros de la Escuela Primaria Federal “Constitución de 1917”, en sus inicios con otro nombre, tuvieron que pasar muchas dificultades para poder cumplir su misión docente ya que tenían que impartir sus clases en casas particulares que amablemente facilitaban algunos padres de familia.
También utilizaban la Casa del Comisariado Ejidal y en 1937 la escuela se instaló en el lugar que ocupa actualmente. Catorce años más tarde, la maestra Aída fue nombrada directora de la escuela y a partir de entonces, miles de alumnos fueron guiados por sus enseñanzas y sus consejos.Posteriormente, en los inicios de la década de los 60´s muchos padres de familia y maestros se unieron para hacer realidad un sueño: tener una escuela que permitiera a la gente de Yurécuaro continuar sus estudios secundarios y no tener que desplazarse hasta La Piedad.
Fue así como nació La Escuela Secundaria “Justo Sierra” que funcionó en distintos locales y con horarios un tanto irregulares ya que teníamos que aprovechar las horas disponibles de los distintos profesores y por lo tanto íbamos en la “madrugada”, a mediodía y por la tarde. Fue en esta época que tuve el privilegio de conocer a la maestra Aída y recuerdo dos anécdotas. En una ocasión nos estaba enseñando a cantar y le dijo a mi gran amigo Jorge Chavolla (q.e.p.d): “Mira Jorgito, mejor tú acompáñanos con la boca cerrada, al cabo ya tienes tu calificación aprobatoria” y mi amigo sonriendo nos siguió acompañando con un mmmmmmm.
En otra ocasión, estábamos los de mi grupo ensayando una canción y yo considero que nos estaba saliendo perfecta, cuando de pronto, le cae un gato a una de mis compañeras y debido a la conmoción, tuvimos que suspender el ensayo que tan bien iba. Cabe aclarar que el gato no brincó solo sino que fue lanzado por alguien de los de primer grado.La maestra Aída, ni en esta ni en otra de muchas travesuras nos faltaba al respeto a la hora de llamarnos la atención. Ella respetaba a todo Ser humano que tenía enfrente con lo cual nos dejaba intacta nuestra autoestima y con ello nos dio valores humanos que ahora debemos transmitir a las nuevas generaciones.
Quiero terminar con un extracto de esta canción que nos enseñó. Fue escrita por el poeta oaxaqueño Samuel Mondragón y que en parte dice:
“Cántaro fiel”
Barro de fe, barro de amor Vibrando santa melancolía. Símbolo fiel de dolorQue canta la raza mía ……..
….. Cántaro fiel, timbre racial, Del zapoteca bronceado y fuerte,Ya lleves agua o mezcal,nos sirves hasta la muerte…….
La maestra Aída, como este cántaro fiel, seguirá “sirviendo” a Yurécuaro porque su ejemplo seguirá presente en nuestros actos por muchas generaciones más.Gracias por honrar su memoria.
José Luis Garcíawww.productividadorganizacional.com
2 comentarios:
HOLA JOSE LUIS,POR CASUALIDAD ENCONTRÉ TU BLOG Y FUE UNA GRATA SORPRESA. YO VIVÍ EN LA RIBERA, JALISCO Y PASÉ BUENA PARTE DE MI JUVENTUD EN YURÉCUARO DONDE ESTUDIÉ LA SECUNDARIA Y TRABAJÉ COMO MAESTRO. TENGO ALGUNAS ANÉCDOTAS QUE TE QUIERO CONTAR DE ALGUNOS BUENOS AMIGOS QUE RECUERDO CON MUCHO CARIÑO. TE FELICITO Y TE ASEGURO QUE VOY A LEER TODOS TUS POSTEOS.SALUDOS.
José Luis, buenas tardes amigo, hoy fuí a la biblioteca municipal a buscar libros sobre historias de Yurécuaro y encontré uno de Fidelmar B. Encontré al “Caballero Huaracha”. Me metí a google u ahí te hallé con más relatos, ya tienes un lector más ... saludos. Vente para irnos al cabrero ...
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