Los Buscadores de “entierros”.

Todo comenzó cuando Atanasio Torres iba por el callejón de “El Olvido” y de repente oyó una voz cavernosa que decía: ¡Por caridad, sácame del purgatorio! Por un momento se quedó paralizado sin saber que hacer. Enseguida, corrió despavorido rumbo a la Plaza y se sentó en una banca. El corazón le latía a mil por hora y un sudor frío le empezó a bajar por la espalda mientras que sentía cómo sus piernas le temblaban sin parar. En la Plaza no había nadie a quien contarle lo que le había pasado y al voltear hacia el templo oyó los cantos de los que velaban en La Adoración Nocturna:“Cantemosalamordelosamores,CantemosalSeñor….. Diosestáaquí.Venidadoradores… adoremos, …..A Cristoredentor.......Glooooria a Cristo Jesús....Cielosytierra,.... bendecidalSeñor.Honorygloriaatí,...ReydelaGloria.Honorporsiempreatí.........Dios del aaaamor…. ”Se dirigió al templo, entró por la puerta lateral y se hincó a rezar. Allí andaba Jeremías “el faifitas” trapeando el piso y se le acercó preguntándole por qué traía esa cara. Entonces Atanasio le cuenta lo que le había pasado.- Ha de ser el Ánima Sola que siempre se acerca cuando los Cofrades de la Adoración Nocturna velan la noche. Agregó Jeremías. Y continuó diciendo: -- El mes pasado también le salió a Conrado Reyes cuando venía para acá y pa' pronto se puso a rezar todo espantado: “Gracias te doy ¡oh Dios! Porque me hiciste bueno. Gracias te doy porque no soy tan peor como los otros. Yo te doy gracias y ya ves que hago siempre mis ayunos, mis penitencias y mi Viernes Primero de cada mes”. Yo creo que él pensaba que en ese momento el Ánima se lo iba a llevar.- Pues sea lo que sea, a mí me dejó trabado del miedo y por poco caigo muerto.- Espérate a que Macario Valdovinos termine su turno de cantar y él te va a decir lo que hay que hacer ya que sabe mucho de eso. Mientras tanto, orita vengo, voy a traerte un pedazo de birote pa' que te recoja el miedo que traes regado por el cuerpo.Cuando Jeremías regresó, Atanasio se comió el pedazo de pan y esperaron a que Macario se desocupara y cuando lo hizo se acercó a ellos diciendo:- Ya veo Atanasio, que traes la cara ceniza.- Ando espantao. Y también le contó lo que había ocurrido.- Yo creo que debes ir ahorita mismo para agarrarla antes que se regrese al Purgatorio y tienes que hacerle un rezo primero y después le dices: “En nombre de Dios te pido que me digas si eres de este mundo o del otro”. Y terminó diciendo: yo creo que esa ánima te escogió porque quiere decirte donde hay un entierro y quiere que la saques del Purgatorio.Acordaron verse al día siguiente en la peluquería de Macario para platicar más ampliamente sobre el tema de los “entierros” y cuando Atanasio salía del templo los Cofrades seguían cantando: “AltíiisimoSeeñor….quesupistésjuntár, Auntieeempoenelaltár……. Sercorderóooypastooor…. Quisiéeracónfervor.Amaaar y réeecibir,Aquiénpor mí,Quisómoo….rir”.
Al siguiente día cuando llegó Atanasio a la peluquería, Macario le estaba haciendo el pelo a Herculano, “el medallas” y también se encontraba allí Jeremías, quien no se quería perder la reseña de lo que había pasado con el Ánima Sola. Atanasio les contó que había seguido al pié de la letra las instrucciones de Macario pero ya no se le apareció ningún espanto y aunque estuvo allí hasta pasada la medianoche, decidió irse a dormir porque todavía andaba temblando, aunque él decía que era de pena “por el dolor de las pobrecitas ánimas del purgatorio”. Entonces Jeremías preguntó:- ¿Por qué hay tantos entierros regados por el pueblo?Entonces Macario les empezó a relatar:- La gente quedó muy escamada después de lo que ocurrió con el Padre Torres cuando quemó y robó todo lo que había en 1816. A partir de eso, toda la gente conforme sacaba buena cosecha o cuando vendía algún animal, siempre prefería cobrar en monedas de oro y las enterraban en lugares que “señalaban” específicamente para que después no se les olvidara. Después de los robos del Padre Torres, el pueblo sufrió las Guerras de Santa Anna, las de Juárez y las guerras contra Maximiliano y todo eso en el siglo pasado. Ya en este siglo, cuando las tropas de los carrancistas y los villistas entraban al pueblo siempre arrasaban con todo. Con decirles que a veces, solamente dejaban el brocal de los pozos que eran de cantera porque cargaban hasta con los carrillos y las reatas. - ¡Ah que cabrones!, dijo muy enojado Jeremías. Y Macario siguió contando:- Después vino lo del asalto al tren en 1921. Dicen que enterraron muchas barras de oro allá por el rumbo del “Puente de fierro”. También aseguran que llevaron otra carga y la enterraron por el rumbo de El Marqueño, antes de cruzar el río ya que se dirigían al rancho de El Zapote. También dicen unos que Ramón Aguilar, el Cristero que hizo la matanza de federales en 1934, enterró una remesa de oro que había quitado a unos ricos de Zamora y ese oro quedó por el camino que va de la hacienda de San José rumbo al Zapote. También cuenta la leyenda que el Camino Real lo usaban como una ruta “secreta”, es decir, que casi nadie sabía que los grandes cargamentos de oro y plata que traían de Zacatecas con rumbo a la Capital, pasaban por Guadalajara y después se venían “rancheando” por La Barca y después por la Hacienda de San Antonio, Santa Lucía, El Salitre y seguían por el camino de El Zapote hasta llegar a Santa Ana Pacueco y de allí hasta Acámbaro y México. A pesar de que nadie sabía lo que transportaban en esas recuas de mulas, les hicieron varios asaltos y en esos caminos quedaron muchos tesoros que nunca se han descubierto. Finalmente, también hay muchos entierros porque, como dice la leyenda, por aquí anduvo Rentaría Luviano y su esposa La Poblana que robaron muchas diligencias y haciendas y tenían sus entierros en su famosa cueva y también en otros varios lugares que casi nadie supo donde quedaron exactamente.En ese punto de la plática, intervino Herculano quien había estado muy atento a lo que platicaba Macario y le preguntó:- ¿De qué forma guardaba la gente sus monedas de oro y sus barras de plata?- Los españoles tenían la costumbre de guardar sus tesoros en cueros de buey o de mula que son muy resistentes y es por eso que, cuando alguien descubre el lugar de un entierro, se le aparece el animal bufando y no deja acercarse al lugar exacto donde está el dinero. Ahora bien, mucha gente también guardaba su riqueza en baúles o en comanjas. Pero eso sí, cada que alguien se encuentra el entierro, esté envuelto en donde esté, siempre salen unos vaporcitos azules que brotan del dinero y si los respiras, te lleva la chingada.- ¡Yo creo que pa' salir de pobres, nosotros debemos encontrarnos un entierro!, dijo Jeremías.Fue entonces que todos se quedaron callados, pensando en la posibilidad de hacerse ricos.- ¿Oye Macario y si me acompañas a “tantear” otra vez al Ánima Sola, esta noche en el callejón? Le dijo Atanasio, a quien le brillaban los ojos de codicia.- ¿Y Por qué nomás van a ir ustedes? Replicó Jeremías.- ¡Yo también los voy a acompañar! Dijo Herculano.Entonces Macario Valdovinos les dijo muy serio:- Ustedes creen que es “de enchílame otra y déjame dos tostando”. El que va a buscar entierros, arriesga la vida porque el ánima que cuida el tesoro cobra tributo y siempre se muere uno de los que van a buscarlo, esa es la cuota que deben pagar los que son avariciosos.- Yo, con tal de salir de méndigo, me arriesgo, dijo Jeremías. A lo cual también se sumaron Herculano y Atanasio.Macario se quedó muy pensativo sopesando la idea y finalmente dijo:- Yo creo que hay que hacer primero “un cális” porque es necesario entrenar los ritos y rezos que se deben hacer a la hora de rascar. Si están decididos, lo vamos a hacer el sábado que entra, porque hay luna llena.- ¿Dónde vamos a hacer el intento? Preguntó Jeremías, y le contestó Herculano:- Será bueno ir a la huerta de Donaciano Anaya porque hace poco vieron nuevamente a una viejita que se aparece cruzando toda la huerta, desde la barda que da a espaldas de la casa de las Jovitas hasta la noria y el túnel que están a la salida de la otra calle, allá por la “Tetilla”.
El sábado a la hora convenida, se reunieron en la Plaza Principal y de allí se fueron con rumbo a la “Tetilla” buscando un lugar por donde entrar a la huerta. Encontraron un “portillo” cerca de la vecindad de don Juan Estrada y por allí se metieron. Lo primero que les dijo Macario fue que, al ir caminando, todos deberían ir rezando: “Salgan, salgan, ánimas de sus penas, que el rosario santo, rompe las cadenas”. Después, atravesaron la huerta de Rosalío Jiménez y se apostaron pegados a la barda de la casa de Las Jovitas. Mientras esperaban, para aplacar los nervios, empezaron a platicar en voz baja. Atanasio dijo:- Estos rezos se parecen a los que decía el padre Cirilo, el que trajeron para sacarle el diablo a una de las hijas de Sotero López. Al decir los exorcismos y aventarle el agua bendita, vieran que reparos pegaba la cabrona, parecía mula bruta. Después agregó:- Me dijeron que Herculano, además de los rosarios, ya anda vendiendo en San Juan de los Lagos, reliquias de la Tierra Santa: que unas astillitas de la Verdadera Cruz, que un trocito de la Sábana Santa, que unas flores cortadas del Huerto de los Olivos. ¿Es cierto eso? Y el aludido replicó:- Son puras figuraciones de la gente.En eso intervino Macario para decirles el siguiente rezo que se debe seguir en el rito para asegurar que se van a encontrar el entierro y además, las Ánimas, les puedan permitir sacarlo. Les pidió que pusieran más atención porque está más largo y se debe decir al menos una docena de veces en voz alta, pero muy despacio: “Por los agonizantes, oremos. Por los caminantes extraviados, los fieles necesitados y los que sufren, oremos. Te rogamos, Señor, por las almas pecadoras, las almas solitarias y las que sienten dolor. Por los pecadores, los enfermos, los tristes o carcomidos de angustia. Refugio de los pecadores, Salud de los enfermos, Consuelo de los afligidos. Por la angustia de nuestros prójimos, por la sal de sus lágrimas, por su pena traspasada de dolor; por nuestros prójimos, oremos”. “Por los Cátaros, para que finalmente encuentren el perdón aunque ahorita los tengamos que maldecir primero y nos dejen entrar a rascarle las entrañas a su entierro”.Cuando terminaron de repetir el rezo la docena de veces recomendada, Jeremías habló:- ¿Y quienes son esos mentados cástaros? Macario le contestó:- No son cástaros sino cátaros, y según la leyenda, son los guardianes de todos los tesoros escondidos en el mundo y hay que “maldecirlos” primero para que abran las puertas y dejen sacar el oro. Los cátaros eran unos “buenos cristianos” que practicaban la enseñanza de Jesús y vivían modestamente. Fueron condenados injustamente por no apegarse a la jerarquía eclesiástica en el siglo XIII. Cuando el Papa mandó un ejército para que atacara la ciudad de Languedoc, en Francia, iban a entrar, matando a todos, pero alguien dijo que dentro había católicos y cátaros viviendo juntos y se podían confundir a la hora de matarlos. Fue entonces que un monje malaentraña dijo: “No mostreis misericordia alguna en razón a la clase social, la edad o sexo. Matadlos a todos, que Dios sabrá distinguir a los suyos”. Cuando las tropas tomaron la ciudad, no encontraron el tesoro cátaro, que según decían, era inmenso. Ya en siglos posteriores, todo aquel que quiera encontrar alguna riqueza escondida, debe recitar en voz alta dos veces la maldición, para poder hallar lo que busca. Enseguida todos recitaron dos veces:“Malditos sean siempre y en todas partes. Malditos sean día y noche y a todas horas.Malditos sean cuando duermen y cuando estén despiertos. Malditos sean cuando comen y cuando beben. Malditos sean cuando callan y cuando hablan.Malditos sean de pies a cabeza. Que sus ojos se cieguen, que sus oídos ensordezcan, que su boca enmudezca y que su lengua se quede pegada al paladar.Que sus manos no puedan ya tocar nada más y que sus pies no puedan andar.Malditos sean todos sus miembros. Malditos sean cuando estén de pié, cuando yacen y cuando estén sentados.Que sean enterrados con los perros y los burros. Que los lobos rapaces devoren sus cadáveres”.- ¡Hasta se me enchinó el cuero ora que estábamos rezando! Dijo Atanasio.- A mí también me pareció muy exagerada la maldición la primera vez que la dije, pero así debe uno hacer el rito, si no, no sacaremos nada, agregó Macario.Después de los rezos, todos se quedaron muy quietos porque quedaron invadidos de sentimientos mezclados, entre lástima por los cátaros, ambición por el dinero que iban a desenterrar y miedo por los espantos que les pudieran salir.Ya había pasado la medianoche y la luna brillaba de una manera especial. Se oían algunos ladridos de perros como si persiguieran algún coyote en el cerro. También se escuchaban los rebuznidos de los burros que estaban en los corrales en la guamuchilera al otro lado del río. De repente, todos voltearon a ver al “Faifitas” que estaba haciendo unos rechinidos que escalofriaban el cuerpo. Rechinaba los dientes como remoliendo grillos y el cuerpo le temblaba como si le hubieran picado muchos alacranes al mismo tiempo y solo atinaba a voltear y mover la cara como si les avisara de un peligro. Herculano volteó hacia la parte de la huerta que les señalaba el “Faifitas” con la cabeza y dijo en voz alta:- ¡Ave María Purísima! y señaló una luz que se movía como a treinta metros de donde estaban…..
Amables lectores, el espacio se me terminó y la próxima semana continuaré el relato de lo que, según la leyenda, ocurrió en Yurécuaro hace mucho tiempo.Gracias por acompañarme.José Luis García Salazar.

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