José Luis Rodríguez López

En esta ocasión vamos a hablar de un joven misionero comboniano yurecuarense que se encuentra entregado en cuerpo y alma ayudando a mucha gente en un país africano llamado Mozambique, situado en la parte sur del continente, y que hace frontera con Sudáfrica.Nuestro personaje es hijo de María Isabel López Pérez y de Salvador Rodríguez Cendejas, quienes procrearon y educaron a una familia de 10 hijos. José Luis realizó sus estudios de educación primaria en Yurécuaro en las escuelas José María Morelos y Vasco de Quiroga. A la edad de doce años ingresó al seminario de los Misioneros Combonianos en Sahuayo. En 1994 hizo sus votos de Pobreza, Castidad y Obediencia y posteriormente tuvo que viajar a Sao Paulo en Brasil para realizar sus estudios de Teología. En ese país, José Luis fue ordenado como Diácono en 1997 y fue ordenado como Sacerdote en 1998. En ese mismo año, se le encomendó la tarea de formar a los futuros misioneros en el seminario de San Francisco del Rincón, Guanajuato y posteriormente, fue designado Director del mismo. Este cargo lo desempeñó durante siete años. A principios de 2007 partió al África a las misiones en Mozambique.Los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús, A.R. son una Institución internacional integrada por sacerdotes y hermanos. Fue fundada por San Daniel Comboni. Tienen como Misión: anunciar a Jesucristo a los pueblos que todavía no lo conocen y colaborar con las iglesias más necesitadas. Trabajan en el mundo a través de “mover los corazones” de la gente para ayudar al prójimo y pregonan el lema: “Dios sigue llamando, no se hagan sordos a su voz”. En México ayudan en todas las zonas marginadas a través de sus casas misioneras en: Sahuayo, Mich., Guadalajara, Jal., Tlapa, Gro., San Francisco del Rincón, Gto., Monterrey, N.L., Cuernavaca, Mor., Tuxtepec, Oax., Xochimilco, D.F. y en Baja California Sur. En el mundo, tienen presencia en más de cuarenta países.
Un mundo diferente.Mozambique fue colonizado por Portugal desde el siglo XVI. En la década de 1960, sus habitantes comenzaron una guerra de guerrillas con el fin de lograr su independencia hasta que la lograron en 1975. Posteriormente, comenzó una feroz guerra civil entre dos facciones: una marxista apoyada por la Unión Soviética y la otra, apoyada por Sudáfrica. Esta guerra terminó en 1992 y todavía en la actualidad ocurren graves accidentes por las minas terrestres que quedaron activadas y olvidadas en el territorio. La economía de Mozambique es una de las más pobres en el mundo y no se puede alimentar adecuadamente a los 21 millones de habitantes. Adicionalmente, se tiene el gran problema del virus VIH-Sida ya que el 13 % de la población está infectada. Debido en parte a lo anterior, la esperanza de vida en el país es de 48 años. Aunque el idioma oficial es el portugués, se hablan diferentes lenguas y dialectos. Existe también un gran problema ya que menos de la mitad de la población está alfabetizada y en las diferentes regiones se han defendido fieramente contra la penetración de otras culturas por lo que se dificulta la ayuda que de manera desinteresada prestan diferentes organismos e instituciones, entre ellos el de los Misioneros Combonianos. Refiriéndonos a su cultura, vale la pena comentar algunas diferencias con respecto a la de nosotros, como por ejemplo, lo que se puede llamar como “matrilinealidad” en la cual, dentro de las familias, los hombres tienen la autoridad pero son las mujeres quienes le dan el nombre a su linaje pues los hijos e incluso los maridos, en cuanto se casan, toman el nombre de la familia de la mujer. (Es como en México, donde los hombres decimos que mandamos en nuestros hogares y en realidad son las mujeres las que siempre dicen la última palabra). Podemos también comentar una anécdota sobre la forma en que en los africanos perciben la diferencia con respecto al mundo de los “blancos”. Se cuenta que en una ocasión en que unos mozambiqueños viajaron por varios países occidentales, al regresar a su tierra, contaban a sus paisanos que habían visto que los blancos también “metían las manos” a trabajar en el campo siendo que en Mozambique, nunca se había dado el que un blanco trabajara en el campo o en la construcción, ya que esas tareas siempre se las habían dejado a ellos porque el blanco siempre ha tenido un estatus superior desde tiempos de la colonia. Por otro lado, después de la guerra civil, los misioneros han tenido que luchar arduamente para poner nuevamente en funcionamiento las misiones católicas en la provincia de Sofala, que es una de las zonas más pobres de Mozambique. Todavía se recuerdan con gran tristeza lo ocurrido, no solo en este territorio sino también en otros países vecinos, cuando los bandos que luchaban en la guerra, utilizaban a niños de hasta ocho o nueve años, como soldados. Estos niños eran arrebatados de sus familias; posteriormente, se les hacía un “lavado de cerebro” y se les hacía adictos al alcohol y a las drogas y se les capacitaba para que mataran sin piedad a los que les ordenaban sus jefes en el ejército.La vida misionera.Nos cuenta el padre José Luis que él vive a casi 3 000 kilómetros de la capital del país, Maputo. La región está al norte y se llama Ribaué que comprende varias parroquias como la de Lalaua y Meti. En dicha región existen varias capillas dedicadas a La virgen de Guadalupe ya que en años anteriores han pasado por esos lugares varios misioneros mexicanos que han dejado nuestra huella en esas regiones tan apartadas del mundo. La Misión que les toca atender es muy extensa por lo que tienen que desplazarse con muchas dificultades ya que son pocos los misioneros que están sirviendo a esa comunidad. Los misioneros combonianos de Mozambique se han propuesto que cada una de las misiones cuente al menos con una escuela, un centro de salud y un programa de capacitación y desarrollo agropecuario para que la gente por sí misma finque su futuro y no esté dependiendo permanentemente de la ayuda de otros países y de otras personas. En cada misión existen líderes “animadores” que tienen la responsabilidad de coordinar las celebraciones y tienen una cierta autonomía y se apoyan en varias personas para llevara a cabo los servicios religiosos. Están las y los catequistas; también juegan un papel muy importante los ancianos de la comunidad los cuales aún son muy respetados.
Aprendiendo otro idioma.“Ni nsina n' Atithi, ni na Mwana ni na Eroho Yowarya. Amén.Nuestro paisano nos cuenta la siguiente anécdota:También como yurecuarense, me siento dichoso de estar en estas tierras africanas, aprendiendo y conociendo de todo. La lengua Macua es muy difícil ya que es muy diferente a nuestros sentidos y sonidos metódicos del español. Sin duda que para todo misionero que llega por primera vez a una misión, como es mi caso, todo es nuevo, y todo se transforma en admiración y sorpresa. Esta es la experiencia que hoy estoy guardando en mi corazón. Porque como ya todos sabemos, lo primero que uno ve y conoce, nunca se olvida, queda grabado en el corazón como un tatuaje. Y colocar un tatuaje en la piel implica mucho sufrimiento y dolor para después admirar y presumir lo que ha quedado grabado. Ahora, tatuar experiencias en el corazón, es pasar por el mismo proceso de Jesús. Sufrir, Morir y Resucitar. Para que después, yo pueda anunciar lo que viví en esta experiencia. Cuando inicié el aprendizaje me dije ¡Si los niños lo hablan, porque yo no! Fue entonces que recordé la invitación de Jesús: ¡Tienes que volver a ser niño! Para poder entrar al Reino de los Cielos. Yo por mi parte dije, también para conocer otra lengua y cultura y entrar en ellas, es necesario volver a ser niño. Todos los misioneros pasamos por esta experiencia que llamamos inculturación. Pero más que una inculturación, es vivir la experiencia de la cual nos habla Jesús. “volver a ser niños”, para poder entrar a la otra cultura y empaparme de todas sus riquezas que tiene y de lo que ella implica. Junto con mi comunidad, acordamos en que el secretario de la parroquia me podía ayudar a poner algunas bases y tener mi primer encuentro con la lengua Macua. Rápidamente acepté y también el secretario aceptó. Empecé mis primeros días con muchas dificultades, pero poco a poco con la práctica me fui acostumbrando a la lectura. Poco después, según mi “profesor” (así es como lo llamo, ya se imaginan lo contento que se pone), me dijo que ya estaba listo y que podía hacer la celebración de la Eucaristía en este idioma. Yo le decía que me faltaba más tiempo, pero él insistió en que ya podía celebrar, ya que todo lo que leía, durante las clases que me daba, se entendía muy bien. Por lo tanto, acepté.Llegó el día de la celebración, inicié con la señal de la cruz: “Ni nsina n´Atithi, ni na Mwana ni na Eroho Yowarya. Amen”, esto por lo menos ya lo entendía, y todo mundo me respondió “Amen”. Cuando escuché que todos me respondieron, sentí una satisfacción verdadera en el corazón. Después me puse en las manos de Dios, porque Él es el que está como protagonista de nuestra Celebración. Él es el Centro de todo. Continué con la lectura pero ya no entendía nada, solo dejé que el Espíritu de Dios me condujera y me guiara, para vivir y sentir la celebración y para que la comunidad entendiera lo que yo estaba hablando. Llegó el final de la celebración que duró mas de dos horas, pregunté si todos entendieron lo que celebramos, y todos respondieron que si. Les dije que fue mi primera celebración en Macua, y todos se rieron, aplaudieron y gritaron con alegría, aprobando mi primera experiencia en Macua. Al ver este signo de parte de ellos, agradecí a Dios porque Él es el que habla y está vivo entre nosotros, sea en español, italiano, portugués o Macua, Él está en nuestro medio en el que vivimos. Al final, quedé satisfecho y contento porque ya pude leer esta lengua y a la vez me quedé lleno de esperanza porque todavía me falta hablar en esta lengua. No se cuanto tiempo tenga que invertir para hablarlo, pero la satisfacción y la alegría de leer la celebración Eucarística ya quedaron tatuados en mi corazón. Y aún más, quedó tatuado al ver la alegría de la gente en aprobar esta lectura. A ellos les gusta que un blanco hable Macua, porque es así como ellos lo sienten más propio. Como el niño es parte de una familia, así el misionero se hace parte de esta familia de los Macuas, cuando habla, vive y siente esta cultura. Nuestro paisano nos contó además lo siguiente: la realidad de estas tierras es una realidad que todos conocemos, una realidad de miseria. Buscan cualquier cosa para obtener el pan de cada día. El otro día, un pequeño ratón se metió al barril donde tenemos guardado el maíz; entonces, entró un muchacho, lo agarro, le apretó la cabeza y se lo llevó para su casa. Ya contento llevaba el pan (ratón) a su casa para compartirlo con su familia. Esta es solamente una realidad que se vive a diario en estas tierras. También se vive una lucha por la supervivencia, al punto de transformar esta lucha en violencia, sobre todo, en la ciudad. Todo mundo está observando a las personas, para ver si hay algún distraído y poderlo robar. Es una violencia en donde todos tienen que estar atentos para no ser víctimas de esta situación, sobre todo los blancos, porque los demás imaginan que todos los blancos son los que tienen dinero. De esta violencia, también les comparto una experiencia que vivió una religiosa, ella tuvo un accidente antes de llegar a Nampula, en donde perdió la vida una persona. Cuando ella recuperó la conciencia, pedía auxilio a las personas que pasaban por allí y nadie los ayudó; mas bien, se acercaron a ellos para robarles todas sus pertenencias. Mas tarde la religiosa y las otras víctimas fueron por fin auxiliadas. Ahora bien, la religiosa aun recuerda con frustración y tristeza esta experiencia de esta misión mozambiqueña a donde fue a servir. Al comentar este suceso entre los religiosos afirmamos, “justificando”, que es una lucha interna que se vive por la miseria en la que se encuentran.También nos platica nuestro paisano que le sorprende que a pesar de que hay mucha pobreza, todos quieren tener su celular. Imagínense a muchas personas que incluso dejan de comer con tal de comprar su aparato. No cabe duda, son otras formas de pensar y debemos entenderlas y respetarlas. Por otro lado, se ve que el gobierno de Mozambique está haciendo lo posible para entrar a la modernidad y se está apoyando mucho en financiamientos de los EEUU para tener carreteras que unan a su territorio con los países vecinos. También China está teniendo mucha participación en este país, igual que en muchos otros de África, con la finalidad de tener acceso a las materias primas y también para poder colocar sus productos en esos mercados.
Yurécuaro cuenta con gente muy valiosa que vive y ejerce su ministerio o su profesión en diversos países en el mundo. Tenemos muchos paisanos que laboran en EEUU y “hacen lo que tienen que hacer” porque están comprometidos con ellos mismos y con sus familias; tenemos a muchos más, en otros países, que también nos muestran que la dedicación a su trabajo es algo importante que debemos valorar todos. El padre José Luis Rodríguez López, está cumpliendo su Misión en la vida, educando, curando y ayudando a la gente de Mozambique. Para todos ellos, vayan nuestra admiración y agradecimiento porque están poniendo su grano de arena construyendo un mundo mejor donde vivir.

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