MARISCAL

Para nosotros los yurecuarenses así fue conocido, con un solo nombre o una sola palabra, como si en ella se resumiera toda la historia de una persona querida. En la historia de la humanidad, así han sido conocidos grandes personajes como Gandhi o Einstein y así nos parece más sencillo para entendernos.Su nombre completo es Manuel González Mariscal y a los que tuvimos la suerte de conocerlo sólo le llamábamos “Mariscal” porque se nos hacía una palabra más sonora y más guerrera y que siempre implicaba acción y reflexión de un hombre culto que nos mostró con algunos pequeños consejos la forma en que debíamos comportarnos los buenos ciudadanos para lograr una buena armonía en la convivencia con los demás. También recuerdo con agrado cómo nos ayudaba a resolver nuestros problemas escolares. Que si en la escuela nos dejaban trabajos sobre los Niños Héroes o sobre Hidalgo, íbamos con Mariscal para que nos vendiera la monografía respectiva. Que si no la tenía, Mariscal nos la dictaba rápidamente con lo cual solventábamos nuestras tareas y todos contentos. Hago mención que para este artículo, he recurrido nuevamente a los datos recabados por nuestro historiador Fidelmar Banda, sobre todo de su obra: “Pinceladas de un pueblo llamado Yurécuaro”. De allí extraigo algo de lo que nuestro personaje le contó a Fidelmar.Mariscal nació el 24 de diciembre de 1909 en Zamora, Michoacán. Sus padres fueron Asunción Mariscal Fernández y Francisco González Amador. Realizó estudios en el Seminario de Silao durante un año y posteriormente llevó a cabo estudios comerciales en la Academia de Tomás Escobar en Zamora. También aprendió muchos de los secretos referentes a la impresión y edición de trabajos tales como: la impresión, la manufactura de sellos y sobre todo la encuadernación de los libros. Con respecto a esto último, a mí me tocó escucharle unos comentarios o consejos que le daba a una persona que estaba terminando sus estudios de licenciado en Derecho y le recomendaba que aprendiera el arte de la “encuadernación” ya que en todo juzgado o tribunal iba a necesitar los conocimientos respectivos. No sé si esta persona le hizo caso a Mariscal, pero lo que si sé es que él siempre estaba dispuesto a darnos recomendaciones que nos harían falta en nuestra vida como profesionistas.Por azares del destino, desde 1930, Mariscal se quedó a vivir en Yurécuaro siendo que en primera instancia, sus miras eran las de irse a trabajar a Guadalajara, pero como forzosamente tenía que pasar por nuestro pueblo para abordar el tren que lo llevaría a su destino, tuvo que pernoctar aquí y con una sola noche que probó el aire yurecuarense, con eso tuvo para enamorarse de nuestro terruño. En esos tiempos, no existían servicios suficientes en la población ya que no contaba ni con agua potable, ni drenaje, ni mercado; bueno, ni siquiera estaban empedradas las calles aunque pomposamente podíamos presumir de nuestro tranvía, teléfonos, correos, telégrafos y sobre todo de nuestro tren que unía esta región con las dos grandes urbes nacionales: México y Guadalajara. En los primeros días que Mariscal pasó en Yurécuaro, tuvo la suerte de encontrarse a don Everardo Zepeda, sobrino del poeta Austasio Zepeda, quien poseía la imprenta Alfa y quien amablemente le dio trabajo, además de un lugar donde vivir. Mariscal siempre recordó cómo el matrimonio formado por Everardo Zepeda y doña Sara Tamayo lo habían tratado como si fuera un hijo suyo ya que así se lo hicieron sentir mientras convivieron; además de que fueron ellos quienes le abrieron paso con sus amistades y por lo tanto fue bien recibido en la sociedad yurecuarense de los años treintas. Hacia ellos, Mariscal siempre tuvo muestras de reconocimiento ya que como también decía: “Es de gente bien nacida, ser agradecida”. Otra de las puertas que le abrió don Everardo fue con relación a su participación en cargos públicos ya que desde que se afincó en nuestro pueblo, Mariscal fue elegido para ser, como él decía, “secretario de todo” debido a su gran talento para redactar haciendo sus escritos de manera que todos le entendían sin tener que andarle dando vueltas a las cosas. También era muy solicitado porque escribían con gran rapidez cumpliendo siempre las reglas gramaticales y nadie se avergonzaba de sus discursos. Fue así que durante más de 45 años, ayudó a los diferentes Ayuntamientos algunas veces como Secretario de la Presidencia, otras como secretario de obras públicas o Secretario de la Junta Moral Cívica, entre varios puestos más con los que siempre estuvo dispuesto a apoyar los esfuerzos ciudadanos. También era muy solicitado porque siempre se “aventaba a hablar en público”, cosa que muchos le tenían pavor y de plano se engarrotaban cuando estaban ante una gran audiencia. Mariscal declamaba en eventos y tertulias culturales con relativamente poca gente y también lo hacía, por lo general, durante el “Grito de Independencia” donde arengaba a miles de yurecuarenses o en los mítines políticos cuando nos visitaban los candidatos en sus campañas hacia algún cargo público. Mariscal fue un gran animador social durante varias décadas ya que era una persona siempre dispuesta a acompañar a sus amigos a “llevarle gallo a las novias”; era muy amigo de los músicos de su tiempo como Ramón Meza o el gran “Panchillo” y de otros más y sin embargo, nunca se le vio mezclado en esos pleitos que todos tuvimos de jóvenes cuando, después de hacernos de palabras con nuestros rivales en amores casi siempre terminábamos haciéndonos el reto de: “nos vemos en el callejón” (unos le decíamos que era “el callejón de los madrazos”) ya fuera el de atrás del templo o el que está atrás del mercado. Mariscal siempre fue decente, prudente, tolerante y de buenos modales y como alguien dijo: “nunca se le pegó lo maldicionento ni gargajiento que tenemos muchos de los de aquí”.
Los amigos.Mariscal siempre hizo honor a la amistad de muchas personas. Mencionaba, por ejemplo, a Alfonso García Robles, nativo de Zamora, quien ganó el Premio Nobel de la Paz y quien fue su contemporáneo llegando al grado que la familia de García Robles ya había “apartado” a Mariscal para que se casara con Teresita, una de las hermanas de Alfonso. Ya estando en Yurécuaro, Mariscal fue muy cercano amigo del historiador Ignacio Estrada, de José Mora, Andrés Navarro, de Jesús y Rogelio Alcalá Ruiz, de Jesús Moya, Jesús Hernández Limón y Maurilio Rodríguez, por citar solo algunos ya que él siempre abría su corazón para toda la gente que se le acercara.
Las obras de infraestructura.Directa o indirectamente, cuando Mariscal fungió en algunos de los cargos públicos, le tocó participar en las mejoras del alumbrado público, el agua potable, el canal de riego antiguo, la pavimentación y apertura de nuevas calles, las mejoras a la Presidencia Municipal y los portales. Aunque de esto último, siempre se le quedó una espinita clavada ya que cuando se trató de abrir por completo la actual calle Zepeda, algunos propietarios le prometieron que iban a donar parte de sus terrenos para que dicha calle estuviera libre hasta el frente del atrio del templo; sin embargo, después de tirar el antiguo Portal Insurgentes, que estaba en lo que hoy son “Las Palmeras”, unos se le rajaron quedando la obra a medias y el pueblo se quedó sin su portal. Mariscal fue una persona de grandes contrastes ya que por un lado, le gustaban las referencias pueblerinas y sus anécdotas sencillas como la que siempre presumía diciendo que a él le gustaba el número 20, porque en varias ocasiones había ganado veinte volados seguidos y también había dejado de fumar veinte veces seguidas. Por otro lado, era un caballero idealista y yo lo recuerdo cuando me recomendó leer “Don Quijote” y siempre que pasaba por su imprenta, me preguntaba ¿en cuál página vas? y yo tuve que leer, aunque fuera de poco en poco, la obra que me dejó muy claras referencias de lo que debía ser una buena persona y por lo cual comparaba a Mariscal con ese Quijote que busca siempre hacer honestamente su vida.Mariscal vivió hasta casi cumplir los 91 años y nos ha dejado de ejemplo la vivencia de varios valores humanos como son: el ser agradecido con sus padres y amigos; el honrar y respetar siempre a su familia, a su esposa, a sus hijos, nietos y biznietos; su amor por una porción de paraíso, que aunque no fuera nativo de aquí, lo amó más que muchos otros a quienes nos falta demostrar más el cariño por nuestra ciudad. Mariscal fue una persona recta y honrada que nunca se aprovechó de los cargos públicos, por eso la gente lo respetaba y aceptaba que fuera un elemento armonizador para nuestra convivencia. Recordemos con cariño a este gran yurecuarense y también les agradezco por acompañarme nuevamente en estas reflexiones.
José Luis García Salazar
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Perfecto Gallego

(El yurecuarense que murió en las mazmorras de la Inquisición en 1801) ¿Fue realmente culpable de los cargos con que fue condenado a muerte por la Inquisición o fue un ladrón devoto que no soportó el hecho de que nadie visitara a Dios en su templo?Los registros que nos dejó el historiador yurecuarense Ignacio Estrada Navarro y que son reportados por Francisco Miranda en La Monografía de Yurécuaro, nos dicen que, “En 1801, una mañana en el templo, se advirtió que había desaparecido la custodia que era de plata dorada que contenía el Santísimo Sacramento. ”…. “también se notó la ausencia de un devoto llamado Perfecto Gallego que siempre estaba allí,” …. “fueron a buscarlo a su casa y lo encontraron de rodillas en presencia de la Custodia que tenía depositada en la pared con dos velas de sebo encendidas…. ” “el ladrón devoto fue conducido a la cárcel y aunque se fugó de la prisión, fue reaprehendido y conducido a La Piedad” …. “Acabaría su existencia en las oscuras mazmorras de la Inquisición”. Hasta allí es lo que tenemos escrito como las cosas que ocurrieron. Ahora bien, nuestra historia está hecha de retazos y “huecos” entre las líneas de los libros y los hechos que conservamos como evidencia. Es menester llenar esos huecos con creatividad e imaginación y me he atrevido a aportar algo al respecto. Esbozo mi hipótesis en el sentido de que Perfecto Gallego, era inocente de los cargos que le achacaron y que sirvieron de pretexto para acabar con su vida las autoridades de El Santo Oficio.El Tribunal de la Santa Inquisición y del Santo Oficio, este era el nombre completo de lo que la gente común conocía solamente como La Inquisición. Su nombre proviene de la palabra latina inquisitio que quiere decir investigación. Fue fundada en Europa en 1184 como instrumento para acabar con la herejía de los cátaros que en el sur de Francia se oponían a los mandatos de la autoridad romana. Posteriormente, se instaló en España en 1478 y en América se erigieron tribunales en México, Lima y en Cartagena (Colombia). Los tribunales que juzgaban a los reos se componían de inquisidores, fiscales, secretarios, alguaciles, notarios y también de un defensor del reo al que llamaban Abogado del diablo que tibiamente “defendía” a los acusados y por ello, no era bien visto su trabajo. La Historia tiene registrados hechos no muy favorables acerca de la Inquisición como el ocurrido a Galileo Galilei quien fue obligado a desdecirse del apoyo que daba a la teoría de Copérnico quien aseguraba que el Sol era el centro del universo y no la Tierra, como era obligatorio creer porque así lo ordenaba la Iglesia. En México, la Inquisición presidió la ceremonia de degradación de Miguel Hidalgo como castigo por incitar a la Guerra de Independencia. En dicha ceremonia, se le cortaron las yemas de los dedos y la superficie de las manos al tiempo que le decían: Te arrancamos la potestad de sacrificar, consagrar y bendecir que recibiste con la unción de las manos y los dedos. Posteriormente, fusilaron a Hidalgo el 31 de Julio de 1811. Perfecto Gallego, nuestro antepasado yurecuarense, debido al acto de sustraer La Custodia con El Amo y llevarla a su casa se hizo merecedor a varios cargos por parte de la Inquisición. Según sus acusadores, era blasfemo porque había injuriado a Dios y a sus cosas sagradas; fue acusado de superstición por tener creencias extrañas a la fe religiosa. También fue acusado de brujería por llevar a cabo ejercicios en honor de un poder sobrenatural; así mismo, lo acusaron de adivinación ya que intentaba descubrir cosas ocultas a través de actos sobrenaturales. Finalmente, también fue acusado de falsa celebración porque según las malas lenguas, usó el nombre de Dios y algunos artículos religiosos durante sus actos. ¿Qué pudo haberle pasado a Perfecto Gallego durante su estancia en las mazmorras de la Inquisición? Ya me lo imagino cuando lo fueron llevando por los miserables aposentos donde estaban los aparatos de tortura. El simple hecho de ver todo aquello lo ha de haber petrificado; y después, durantes las noches interminables cuando escuchaba los alaridos de todos los que se hallaban prisioneros y sometidos a tormentos tales como: la Cuerda, o potro de tortura donde sujetaban al reo en una mesa y amarraban y jalaban los brazos hacia un extremo y las piernas hacia el otro lado. El Tormento del agua, en el cual vertían agua sobre el rostro del torturado impidiéndole respirar. La Garrucha, donde al torturado le ataban las manos por detrás del cuerpo y lo elevaban unos metros y después lo dejaban caer violentamente. En fin, la Inquisición contaba con docenas de procedimientos para hacer confesar hasta el más duro de los reos. Parte de mi hipótesis me hace pensar que Perfecto Gallego se mantuvo firme hasta el final de su existencia porque confiaba en que sólo Dios y él, sabían que lo que hizo no fue por maldad sino por amor a la fe y religiosidad que le habían inculcado sus padres y abuelos. Por esos años, entre la gente sencilla de la Nueva España, se habían suscitado muchos actos de fervor religioso que inclusive no habían podido ser controlados por las autoridades religiosas que veían cosas malas donde sólo podía haber principios cristianos verdaderamente profundos y sinceros. Si la historia a la que nos estamos refiriendo ocurrió en 1801, de seguro se tuvo conocimiento en Yurécuaro de un soneto anónimo que circuló a partir de 1784 en todo el país y que fue remitido a la Inquisición. Si analizamos esta composición, no le veremos la misma malicia que entonces se le vio; ésta dice: No me mueve, mi Dios, para quererte,el cielo que me tienes prometido,ni me mueve el infierno tan temidopara dejar por eso de ofenderte.Tú me mueves, señor, muéveme el verte,clavado en esa cruz y escarnecido;muéveme el ver tu cuerpo tan herido,muévenme tus afrentas y tu muerte.Muéveme en fin tu amor de tal manera,que aunque no hubiera cielo yo te amara,y aunque no hubiera infierno te temiera.No me tienes que dar porque te quiera,porque si lo que espero no esperara,lo mismo que te quiero te quisiera.
De seguro este soneto era un himno que siempre rezaba Perfecto Gallego cuando realizaba sus cotidianas tareas en el Paso real del Río Grande. Allí él transportaba en su barca a la gente que se dirigía al otro lado ya sea a la Hacienda de San José o a los hornos donde los alfareros fabricaban las tejas y ollas que hicieron famoso a Yurécuaro en el siglo 18. Perfecto Gallego vivía cerca de donde un siglo después se asentó el Mesón de la Luz de Don Mariano Chavolla en la Calle del Paso Real (hoy calle Constitución). Era muy común verlo sentado bajo los guamúchiles gigantes que se daban por esos rumbos y bajo los cuales se ponía a platicar con Don Expedito el yerbero que vendía por las calles sus plantas medicinales. Que “la yerba del arlomo, p'a los piquetes infecciosos, siempre y cuando se mezclen adecuadamente la hembra y el macho”. Vendía “la yerba de la Juana p'a curar las heridas y la sangre de dragón para las enfermedades de los ojos en los animales”; “la yerba del aito p'a cuando te desbocas comiendo” y muchas más. Allí también se juntaba a platicar con ellos, Don Herculano el güevero que recolectaba huevos de gallina y cúcuna yendo de casa en casa montado en un burro con canastas de carrizo. Perfecto Gallego era un buen hombre que hizo honor a su nombre y se volvió “místico” después de un pequeño incidente que le ocurrió cuando era muy joven. Sucede que, en una ocasión después de una fiesta donde había ingerido más aguardiente del que podía, desafió los remolinos del río y trató de cruzarlo a nado. La corriente lo arrastró y durante un tiempo que le pareció eterno, sintió que iba a morir porque la corriente lo jalaba hacia el fondo y no podía respirar. Durante esa experiencia, sufrió una transformación muy profunda porque, como decía él, sentí “como si ya estuviera dándole cuentas a El Creador”. Después de experimentar esa vivencia, Perfecto iba cuantas veces podía a la capilla del pueblo y se pasaba horas enteras rezando y acompañando a Dios, sobre todo cuando estaba expuesto en La Custodia. Pasó el tiempo y Perfecto Gallego se dio cuenta que casi nadie acostumbraba orar como él lo hacía; no se explicaba como el Hacedor del mundo era relegado y abandonado por los que deberían estar siempre agradecidos. Fue entonces que poco a poco, fue construyendo un altar en su casa. Hacía las columnas y piezas de barro y después las cocía en los hornos de sus amigos los alfareros. El nicho quedó mejor que el de la capilla y fue por ello que una vez que lo descubrieron en su casa cuando se llevó La custodia, los que acompañaron a los alguaciles, se sintieron avergonzados por tener en el pueblo una capilla tan pobre en comparación con el altar que había construido Perfecto Gallego. Su ejemplo de amor a El Amo, cundió por todo el pueblo e hizo que la gente se organizara para levantar un templo adecuado y fue así como la comunidad indígena tomó la iniciativa de aportar 12 personas cada día, mientras se construyó el templo, lo cual ocurrió desde 1805 hasta su terminación en 1808. También los comerciantes y hacendados aportaron los fondos para la compra de los materiales y con ello todo el pueblo de Yurécuaro respondió a una necesidad colectiva y trabajaron unidos como lo han seguido haciendo en los últimos 200 años.Es obvio que mi hipótesis de que Perfecto Gallego fue un devoto en lugar de un hereje, nunca va a ser probada porque él ya está muerto y ni siquiera podemos acceder a los archivos de la Inquisición. Sin embargo, dejo varias preguntas por contestar: ¿De dónde nos viene nuestra religiosidad? ¿Se puede llegar a sentir esa experiencia mística que sentía Perfecto Gallego cuando se postraba ante Dios y que lo orilló a llevarse La Custodia a su casa? ¿Cuánto años más hubiera tenido el pueblo de Yurécuaro solamente un capillita en lugar del templo que se construyó después que murió Perfecto Gallego?Gracias por acompañarme nuevamente en estas reflexiones.

Rigoberto Alfaro Rodríguez

Si definimos a la cultura como “el conjunto de conocimientos científicos, artísticos y técnicos que le permiten a la sociedad vivir mejor”, vemos que un yurecuarense ha contribuido a la cultura nacional a través de su música. En este artículo, vamos a hablar de Rigoberto Alfaro, quien a lo largo de 63 años se ha dedicado a trabajar aplicando su vocación musical en varios campos del quehacer humano, no sólo en México sino en varios países más.Rigoberto nació en Yurécuaro el 1º de noviembre de 1934. Sus padres fueron Esperanza Rodríguez Ochoa y José Guadalupe Alfaro Trujillo quien le dio las primeras lecciones musicales y lo llevó con la maestra Rosenda Arellano para que le impartiera las enseñanzas gramaticales. Por necesidades de la vida, cuando Rigoberto contaba con 8 años de edad, la familia emigró a la ciudad de Nuevo Laredo, Tamaulipas donde Rigoberto tuvo que trabajar para ayudar con los gastos familiares. Consiguió un cajón y recorrió las calles de la ciudad dando grasa a los zapatos. Muchos años después, cuando ya era un consumado músico, un amigo le dijo: “quien dijera que un gran cancionero, comenzó siendo bolero”. Posteriormente, la familia se trasladó a la ciudad de México donde Rigoberto, que apenas contaba con 11 años, empezó a acompañar a su papá cantando en restaurantes y cantinas. De esos tiempos, Rigoberto se acuerda que siempre quiso cantarle al amor y por ello, muchos años después compuso una de sus mejores canciones “Para mí todo es amor” que representa el motor y el tema que siempre pedía la gente: “que si una mujer te da amor, le cantas; que si te lo niega, también le cantas”. “Por eso, los que nos dedicamos a esto, siempre vamos a tener trabajo” agrega sonriente Rigoberto. Un tiempo después, Don Guadalupe forma parte del Mariachi Arandense y Rigoberto participa como guitarrista pero con ciertas carencias en conocimientos musicales y es por ello que toma la determinación de estudiar de manera formal y se inscribe en la Escuela Libre de Música y Declamación. Una vez que afianzó sus bases musicales y debido a su calidad interpretativa, Rigoberto fue invitado a participar en varios de los mariachis más prestigiados de ese tiempo con los cuales siempre demostró su profesionalismo lo cual también le abrió las puertas de otro de sus sueños: formar parte del mejor grupo folklórico que existía: el Mariachi Vargas de Tecalitlán. Su ingreso a esta agrupación se formalizó a instancias del compositor Rubén Fuentes, gran amigo de Rigoberto, quien lo recomendó ampliamente con Don Silvestre Vargas.
Su vida profesional y de trabajo creativo a lo largo de más de 60 años.Rigoberto Alfaro se ha desempeñado en varios campos de las artes musicales: intérprete, guitarrista, compositor, arreglista, productor de obras, director artístico y maestro de música. Como intérprete en el mariachi, Rigoberto recuerda la gran confianza que llegó a tener con Pedro Infante quien una vez le dijo: “eso que dicen los periodistas de que yo le tengo envidia a Jorge Negrete, ¡son puras pendejadas!, si hasta le puse su nombre al teatro que construí en mi casa de tanto que lo quería”. Como compositor, ha logrado crear más de 60 obras, muchas de ellas grabadas por artistas famosos. De estas composiciones, guarda especial cariño por: Quisiera olvidarme de ti, La fuente (música instrumental) y Soy de puro Michoacán de la cual cito unas pocas líneas:
Soy de puro Michoacán,Mi tierra es un paraíso, vecino de Guanajuato, de Guerrero y de Jalisco…..… Honrado y trabajador, purépecha por orgullo,Me gusta labrar el campo, disfrutando de su arrullo…Mujeres ya ni dudar, de fama en el mundo entero,Las güeras son un primor, y por las morenas muero…
Dentro de sus composiciones, también cuenta con un disco de música instrumental llamado Suite Mexicana donde tiene canciones como: Quetzalcoatl, Amanecer Azteca, Cielo Tarahumara, Vihuela y Escamole, entre otras piezas más. Cuenta Rigoberto que estas composiciones eran sólo para su deleite personal, pero alguien las escuchó y las lanzaron al mercado teniendo muy buena aceptación. Como arreglista, dice Rigoberto, es quizá como es más conocido ya que ha impulsado al éxito a grandes artistas entre los que sobresalen: Juan Gabriel, Lola Beltrán, Vicente Fernández, Antonio y Pepe Aguilar, Rocío Durcal y el inolvidable José Alfredo Jiménez de quien Rigoberto guarda con cariño una dedicatoria que le hizo: “Para Rigo mi sincero recuerdo y gracias por tantos arreglos tan bonitos que han adornado mis canciones. Sinceramente José A. Jiménez”. También nos explica Rigoberto que la labor del “arreglista” consiste en transformar

las canciones que entregan los compositores y que son como diamantes “en bruto”. La canción es preparada y “vestida” por el arreglista para que todos los instrumentos musicales hagan su entrada y participación adecuada produciendo una sinfonía que le guste al público; sin estos arreglos, puede que las canciones no pasen de la regadera, es decir, “ser cantadas solo cuando se baña el que la compone”.Rigoberto también se ha desempeñado como “Director Artístico” en las compañías disqueras. A grandes rasgos su trabajo consiste en: recibir todas las composiciones que llevan los creadores ya sea en un cassette o en disco compacto. Después selecciona los temas que tienen cierta calidad artística y que son adecuados para los artistas que colaboran en la firma disquera. Posteriormente, encarga los arreglos musicales y coordina las actividades de la orquesta y mariachis para acompañar a los artistas cuando se hacen las grabaciones. También ha fungido como director artístico en programas famosos de radio y televisión como: Siempre en Domingo, Noches Tapatías, Este México Nuestro, Estampas de México, entre varios más. Adicionalmente, y debido a su fervor religioso, es el Director artístico que más estiman los cantantes famosos que año con año llevan las tradicionales Mañanitas a la Virgen de Guadalupe en su Basílica. Quien ha tenido la suerte de ver a Rigoberto junto a los artistas, puede constatar ese gran cariño que le profesan todos y baste comentar aquí que Vicente Fernández siempre presume ser compadre de Rigo. Nosotros los yurecuarenses podemos presumir que hasta los foros cinematográficos ha llegado Rigoberto ya que siendo muy joven apareció con Pedro Infante en la película “Ahí viene Martín Corona” en la cual, como dice en broma Rigoberto, “por poco y me hacen besar a Sarita Montiel, pero El Piporro se me adelantó”.
Reconocimientos recibidos.A lo largo de su carrera artística, Rigoberto ha recibido infinidad de premios. Entre los que más guarda con cariño son: en 1982 la Lira de Oro como mejor arreglista, en el 2004, el homenaje en disco del Mariachi Sonidos de América; en 2006, el disco-homenaje del Mariachi Nuevo Tecalitlán y por supuesto, el reconocimiento como Hijo Distinguido de Yurécuaro en 2004.El Maestro Rigoberto Alfaro y las conferencias que imparte en Los Estado Unidos.En el país vecino y viajando con papeles y no de “mojado”, Rigoberto dedica dos visitas cada año. Una la realiza a Chula Vista, California, al Southwestern Collage que ofrece lo que se considera como el primer título en la nación en música de mariachi. En esta institución, Rigoberto trabaja con cerca de 200 estudiantes que están desde kindergarten hasta el décimo segundo grado. Durante ocho días de trabajo intensivo, se imparten talleres y conferencias mediante las cuales se busca preservar nuestra herencia en la gente que vive allá. Por otro lado, También imparte las conferencias en Alburquerque, Nuevo México, donde existe un Salón de la Fama dedicado al mariachi y donde también se trabaja con más de 500 alumnos.Quiero terminar estas líneas con una reflexión: ¿por qué debemos honrar y poner de ejemplo a Rigoberto Alfaro Rodríguez? Considero que son varios los motivos; el primero, por ser una persona que ha trabajado con ahínco durante más de 60 años y que siempre externa su orgullo por Yurécuaro. También por su tenacidad, creatividad, profesionalismo y vocación musical y sobre todo porque es un Ser Humano íntegro y sencillo, que se ha dado a querer y ha amado a los que tienen la suerte de conocerlo.
Gracias por su lectura:

Lázaro Beltrán Sánchez

En el artículo pasado, reflexionamos sobre la importancia de crear conocimiento y estudiar arduamente para alcanzarlo. Los logros del personaje del que ahora hablaremos nos reafirmará esta aseveración.Hace tiempo, le escuché a George Land un concepto que me impresionó favorablemente. Él nos decía que todo ser humano puede ser motivado por una gran fuerza que proviene del futuro y a eso le llama “Ser jalados por el futuro”. Lázaro Beltrán es un claro ejemplo de cómo se puede aplicar lo anterior para lo cual les pido que recorramos juntos algún tramo del camino que ha tenido que andar en la vida. Cuando era chico, Lázaro se hacía la pregunta ¿Quiénes son los que realizan inventos? Hubo alguien que le dijo que los que inventaban “cosas” eran los doctores. Siguió un poco confundido ya que los doctores que él conocía en Yurécuaro, recetaban y curaban a la gente y que él no se refería a ellos. Entonces, su amigo Jaime Oceguera, lo ayudó a entender mejor lo que quería. Lázaro comentó que “quería ser doctor” para inventar algo de provecho para la humanidad. Jaime le explicó que para realizar su sueño era menester concluir primero una carrera, luego, terminar una maestría y después de eso, podría estar en posibilidades de alcanzar el doctorado y junto con eso, podría generar no uno, sino varios inventos. Después de esta plática con su amigo, Lázaro grabó en su mente y en su voluntad el objetivo de estudiar para ser doctor no importando todas las penurias que eso le pudiera acarrear en la vida. Él visualizó el futuro que algún día llegaría a alcanzar y eso fue lo que lo mantuvo motivado a estudiar durante varios años.Lázaro Beltrán Sánchez nació el 29 de agosto de 1971 en Zimapán Hidalgo en lo que se conoce como Valle del Mezquital. Es hijo del profesor Lázaro Beltrán Lora y de la señora Oliva Sánchez Mondragón quien, a la hora de dar a luz a Lázaro, casi muere porque en el pueblo no había atención médica. Viendo lo anterior, el profesor Beltrán tomó la determinación de que sus próximos hijos por nacer serían recibidos en un lugar apropiado y entonces se traslada con su familia, primero a la región de Nocupétaro Michoacán, de donde es la señora Oliva, y después a Los reyes Michoacán para finalmente instalarse en Yurécuaro en 1975.Los primeros estudios los realizó Lázaro en el Jardín de Niños. Posteriormente fue inscrito en la Escuela Primaria “José Ma. Morelos” y al cambiar de domicilio su familia, fue inscrito en la “Escuela Primaria Federal Constitución de 1917” de donde Lázaro Beltrán guarda un grato recuerdo de su maestra “Elisita” a quien admiró mucho por su claridad de mente cuando ella contaba ya con 92 años y él le seguía aprendiendo. Ella también le inculcó un gran deseo de conocimiento y lo impulsó a competir en el “Concurso Académico de Sexto año”. Lázaro ganó el concurso en su escuela y en la zona escolar de Yurécuaro y cuando fue a competir a Jiquilpan, como él mismo dice: “ algo me falló y no me alcanzaron mis conocimientos sino para un poco decente cuarto lugar”. Posteriormente, Lázaro ingresó a la Escuela Secundaria Justo Sierra, de donde su papá era el subdirector, además de ser su maestro y de quien adquirió no solo sus valores familiares sino valores profesionales ya que en una ocasión en que Lázaro esperaba una mejor evaluación por parte de su papá, éste se la negó ya que “tenía que esforzarse más que los otros alumnos para demostrar, con sobrada evidencia, que era merecedor a una mejor calificación”. El siguiente escalón que Lázaro ascendió fue el de sus estudios en el Colegio de Bachilleres en el plantel de nuestra ciudad. Una vez terminados éstos, y estando ante la disyuntiva de su carrera universitaria se topó con los primeros problemas serios ya que no era lo mismo estudiar en Yurécuaro, donde tenía casa y sustento, que estudiar en otra ciudad. Su papá le aconsejaba que estudiara en el Tecnológico de Morelia porque sería más económica su estancia y además, el ingreso a la UNAM, que era a donde quería ir Lázaro, iba a ser muy difícil. Sin embargo, no cambió de parecer y ayudado con información que le proporcionó Ramiro Mora supo de los trámites e ingresó a la universidad.
Los amigos.Lázaro Beltrán recuerda con mucho cariño a mucha gente de nuestra ciudad. En el Jardín de niños conoció a René Martínez Valadez, nuestro gran pintor, y desde entonces sigue cultivando su amistad. Estando en la primaria conoció a Miguel Sánchez con quien compitió en el Concurso Académico de Sexto año y ya cuando estaba terminando la primaria, conoció a la que iba a ser su primera desilusión amorosa y no es que Lázaro sea un don Juan, sino que esta niña robó un cachito de corazón y como decíamos en el pueblo, “no le correspondió” o como dice más tajantemente nuestro personaje: “ni caso me hizo”. De la secundaria, se acuerda de Liliana Rizo y Ricardo Salazar. Del Colegio de Bachilleres sigue su amistad desde entonces con Esther Meza, Laura Silva, Juan Luis Cervantes, Mónica Andrade y sobre todo con Jaime Oceguera.
La carrera de Ingeniería Química Metalúrgica en la UNAM.Lázaro llegó a la ciudad de México acompañado por su padre muy temprano en una mañana de septiembre y presentó su examen de admisión; no había podido dormir durante el viaje debido a lo excitado que estaba ya que, como dice Lázaro: “me estaba jugando la vida, esa vida que yo había escogido para mí”. Sin embargo, no estaba nervioso a causa de su capacidad para presentar el examen ya que había estudiado arduamente durante seis meses y estaba seguro de lograr su entrada a la universidad. Regresaron a Yurécuaro y a Lázaro se le hizo eterna la espera mientras se publicaban los resultados; en ese tiempo, el que más sufrió fue Ramiro Mora ya que Lázaro todos los días iba, casi de madrugada, a preguntarle si ya tenía el periódico con los resultados. Cuando éstos llegaron, Lázaro vio que había sido aceptado y por lo tanto preparó “maleta” (así en singular, porque precisamente, solo tenía una maleta) y se dispuso a su gran aventura. De ese momento, Lázaro guarda en la memoria con gran cariño, la breve ceremonia con la que su madre lo despidió. Consistió ésta en una “limpia” de las que muchos mexicanos acostumbramos y que el mismo papa Juan Pablo II, recibió de una anciana en la Basílica de la Virgen de Guadalupe. Lázaro nos dice que su madre siempre acostumbró en todos los eventos importantes de su vida, purificarlo con incienso y otras hierbas de olor. Después de estas limpias, cuenta Lázaro, “me sentía invencible y pensaba que nada en el mundo me podía detener ya que me proporcionaban una gran motivación y empuje mental y emocional”. Ya en la universidad, los compañeros de nuevo ingreso de Lázaro le preguntaban que cómo le había hecho para pasar el examen de admisión ya que no creían que hubiera pasado el examen sino que había sido “recomendado” por una “buena palanca”. Él solamente se sonreía esperando la ocasión de demostrarles de lo que era capaz y lo hizo pronto ya que durante sus estudios obtuvo cuatro becas: la alimenticia, la beca de la Fundación UNAM para alumnos de alto desempeño; la beca de computación y otra de inglés. Al término de su carrera, Lázaro Beltrán Sánchez obtuvo la Medalla Gabino Barreda, que es el más alto galardón que otorga la UNAM al mejor promedio de cada generación en cada carrera. En su examen profesional obtuvo mención honorífica y la UNAM le otorgó la beca para estudiar maestría en el extranjero también como reconocimiento por haber obtenido la medalla. De esta etapa de su vida, Lázaro recuerda el gran apoyo recibido de parte de la hermana de Jaime Oceguera y de Carlos Santos. También recuerda que para completar “la papa”, tuvo que trabajar, dando clases a los hijos de un matrimonio amigo de Ramiro Mora y también les dio clases a los hijos de su profesora en la facultad, Xóchitl Arévalo.
Los estudios de maestría.Paso a paso, Lázaro siguió en pos de su visión y anhelo por ser un “doctor”.De entre tres opciones que se le presentaron, escogió la Universidad de Alabama para obtener su grado de Maestría en Ciencia de los Materiales. Al inicio, aunque Lázaro ya había estudiado inglés, no entendía mucho y no se atrevía a hacer preguntas porque como él dice, “ni me entendían y mejor ni preguntaba”; así es que el primer año se la pasó estudiando doble ya que tenía que entender las materias científicas y también tenía que entender el idioma. Para colmo, se le asignó como tutor al Dr. Nagy El-Kaddah, un egipcio con “un genio de los mil demonios” y que trataba a sus alumnos “como si fueran sus esclavos”; aun así, le aprendió muchas cosas que le han servido en la vida.Con el doctor egipcio, y en un ambiente de comunicación y señas “yurecuarenses-estadounidenses-faraónicas”, Lázaro desarrolló un equipo que a la hora de explicarlo a los que no estamos familiarizados con eso, parece como de película, como esa de “Matrix” donde los metales fundidos flotan como si nada los sostuviera en el aire. Cabe agregar aquí, que los resultados de las investigaciones de Lázaro, si las entendieron unos gringos “muy listillos” que vieron grandes posibilidades y es por ello que le ofrecieron una beca para estudiar el doctorado. Las becas que se otorgan tanto en maestría como en doctorado, son raquíticas y no creamos que sirven para que los estudiantes se la pasen gastando los dólares a montones; al contrario, tienen que ser apoyados por empresas que les indican sobre qué investigaciones deben de trabajar y con ello, les pagan algo adicional para poder completar su estancia en la universidad.
Se cumple el sueño: Doctorado en Ciencia de Materiales (se abrevia en ingles: Ph.D.)Una vez terminada su maestría, Lázaro recibió dos ofertas para el doctorado: una de la Universidad de Alabama y la otra de la NASA, la Agencia Aeronáutica y del Espacio; se decidió por la segunda y se le asignó como tutor al Dr. Doru Stefanescu, un rumano de la región de Transilvania (de donde son los castillos con vampiros, que vemos en las películas de terror). Con la asesoría de este doctor, Lázaro desarrolló una teoría para explicar cómo se solidifican muchos metales. Lo curioso de su investigación es que se inicia explicando dos cosas muy sencillas: ¿Cómo se congela el agua? ¿Cómo se forman los copos de nieve? Nosotros los yurecuarenses pudiéramos decir también que Lázaro fue alumno de Don Ramón, el de La estación, que siempre nos decía que él había inventado el “agua hervida”. La teoría elaborada por Lázaro es usada como libro de texto en muchas universidades en todo el mundo y se titula: “La teoría Beltran-Sanchez-Stefanescu de solidificación de los metales”. De este asesor, guarda con mucho cariño una dedicación que le hizo y que dice: “Para Lázaro, uno de mis mejores estudiantes que yo haya tenido en mi larga carrera como investigador y profesor en la Universidad de Alabama”. Pero nuestro paisano con mucha humildad nos aconseja: “No debemos creernos todo lo que nos dicen”.
La aplicación del conocimiento.Una vez terminado el doctorado, Lázaro se dio el lujo de escoger entre tres empresas que solicitaron sus servicios y se fue a la empresa Intel en Arizona. Uno de los primeros proyectos en el que participó fue para desarrollar el procesador Core 2 Duo que está en muchísimas de las computadores que se usan en el mundo. En la actualidad, está a cargo de un equipo de doctores de varios países: Estado Unidos, India, China, Malasia y de otros lugares. Este equipo de doctores, que no son de los que curan, están investigando y desarrollando procesadores de supercomputadoras, de las más grandes y potentes del mundo. Aunque dice Lázaro que “nunca me imaginé en un laboratorio de este tipo y siendo jefe de tantos científicos”, yo creo que si tuvo ese sueño, porque eso fue lo que “lo jaló” y motivó para poder soportar hambres, penurias y tantos años de estudio.
¿Qué aprendizajes nos deja el relato de este personaje yurecuarense?En primer lugar, creo que Lázaro Beltrán Sánchez, nos deja como ejemplo su capacidad de visualizar y grabar en la memoria su gran determinación del ideal que quiso y logró obtener: ser un doctor que inventa productos para beneficio de la humanidad. En segundo término, debemos admirar e imitar el gran amor a su familia: a sus padres, Lázaro y Oliva; a sus hermanos Minerva, Dulcinea, Anastacia, Edgar, Abif e Hiram. Como tercer “valor” a imitar está el de su gran cariño por la “mexicanidad” o sea, su respeto por este mestizaje del cual todos formamos parte y que en el caso de Lázaro, está representado por las enseñanzas de la cultura Otomí de parte del profesor Lázaro Beltrán y las enseñanzas de la cultura Purépecha de parte de su madre Oliva Sánchez.Quiero terminar esta columna citando un verso que hizo Lázaro en Yurécuaro cuando tenía quince años. Lo leyó cuando terminó su disertación al recibir su doctorado y ahora lo comparte con todos nosotros:
El Vasto universo poblado de estrellas,Guarda con gran celo miles de secretos,Que sólo revela a personas aquellas,Que están empeñadas en correr sus misterios.
Gracias por su lectura:
José Luis García Salazar
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Francisco Miranda Godínez

Quiero ahora hablar y dar reconocimiento a un yurecuarense que ha dedicado toda su vida al desarrollo del conocimiento.¿Qué nos pasa cuando nos ponemos a repasar las lecciones de la escuela y sabemos que para aprender cada tema deberemos estudiar varias horas? Obviamente respondemos con la frase, que dicen ahora los jóvenes, ¡Que hueva! Por otro lado, ¿Te has imaginado, amable lector, estudiar durante más de sesenta y cinco años? Pues eso es lo que ha hecho nuestro personaje cuya disciplina para estudiar lo ha llevado a poseer una de las mentes más claras y con un pensamiento científico y crítico basado en la duda constructiva que lo hacen merecedor de ser tomado como ejemplo de nuestra juventud. Tomemos en cuenta que este siglo 21 se perfila como la Era del Conocimiento donde el oro gris de nuestro cerebro será más valioso que el oro amarillo de nuestros antepasados o el oro negro del petróleo que mueve los transportes y las industrias en el mundo.Francisco Miranda Godínez nació en nuestro Yurécuaro el 4 de octubre de 1937. Sus padres fueron Ana María Godínez Fajardo y Juan Miranda Aguayo. Hizo sus primeros estudios en las actuales instalaciones donde se afincó la “Escuela Constitución de 1917” con las maestras Elisita Salazar y Aída Gil. Sus estudios de secundaria, preparatoria, humanidades, filosofía y teología los llevó a cabo en el Seminario Diocesano de Zamora y posteriormente se trasladó a la Universidad Gregoriana de Roma donde obtuvo las licenciaturas en teología e historia y también el grado de Doctor en Historia.Francisco Miranda fue fundador, junto a Luis González, del Colegio de Michoacán en el año de 1979. El ColMich es una institución de gran prestigio nacional e internacional y está dedicada a la investigación y a la formación de grandes pensadores humanistas. Su sede se localiza en Zamora, Mich. y tiene como Misión: “la generación, transmisión y difusión del conocimiento histórico-social y humanístico”: esto es, la investigación de lo que es y ha sido el hombre y la sociedad, sus potencialidades, valores, necesidades y problemas. También se encarga de la formación de recursos humanos capacitados para proseguir la generación y difusión del conocimiento humano en relación a México y a varias de sus regiones. El ColMich cuenta con una gran plantilla de personas doctoradas en varias especialidades entre las cuales, el Dr. Francisco Miranda participa en el Centro de Estudio de las Tradiciones como profesor e investigador. Actualmente el Colegio, además de la sede central en Zamora, cuenta con otro campus en La Piedad, Mich.Para cumplir su misión de difundir los resultados de sus investigaciones, el ColMich publica libros y revistas para lo cual Francisco Miranda ha aportado infinidad de obras entre las que podemos destacar: tres Monografías: Yurécuaro, Uruapan y Caurio. También destacan sus obras: Don Vasco de Quiroga y su Colegio de San Nicolás; su edición de La Relación de Michoacán, Estudios sobre la Cultura P´urhé (lengua nativa de Michoacán); Dos cultos fundantes; Estudios sobre el Vidente del Tepeyac; Los evangelistas guadalupanos; Biografía de Don José María Cázares; Biografía de Don Leonardo Castellanos; La diócesis de Zamora, Antiguas familias de Zamora; Vasco de Quiroga, educador de adultos; Monumentos literarios del Michoacán antiguo, entre varias obras más.Francisco Miranda ha organizado y participado en una gran variedad de congresos nacionales e internacionales donde ha aprendido y enseñado a mucha gente hambrienta de conocimientos. En uno de los más recientes, el Encuentro Internacional de Morelia, hace tres años, se referían a nuestro paisano como: “Un Maestro cuya inquietud por la verdad y el conocimiento lo han llevado a desentrañar pedacitos de nuestro mestizaje, cual arqueólogo que hurga en las ruinas de nuestro pasado”. Reflexionando sobre la vida de nuestro filósofo yurecuarense (aclarando que un filósofo es un “amigo del conocimiento”), vemos que su búsqueda lo ha llevado a hurgar en el Archivo General de Indias de Sevilla (España) tratando de entender nuestros orígenes no solo mexicanos sino michoacanos. Él nos recuerda que si analizamos detenidamente la información y conocimientos sobre nuestras raíces y nuestra forma de ser, estaremos en posibilidades de fincar más sólidamente nuestro futuro.Francisco Miranda, ha recibido muchos reconocimientos, uno de ellos fue el premio José Tocaven de 1995 por sus méritos literarios. Nosotros, los yurecuarenses nos debemos sentir muy orgullosos de contar con él. Sin embargo, más que estar satisfechos, deberemos reflexionar sobre lo que le ha costado en esfuerzos y dedicación durante tantos años de estudio; la mayor ganancia de tenerlo, solamente se concretará si todos entendemos que hay que estudiar mucho y que no basta dedicar 17 años para obtener una carrera. En este siglo 21, es necesario seguir estudiando después de obtener una licenciatura y obtener otra carrera más y maestría y doctorado, además de aprender uno o dos idiomas más, ya que el conocimiento por adquirir es ilimitado y también es muy necesario para ser competentes y vivir de una manera digna. Que el ejemplo de Francisco Miranda sirva también a todos los jóvenes, que una vez concretada su educación preparatoria, deciden quedarse en la ciudad. Ellos también tienen que adquirir más conocimientos ya sea a través de la Internet o en la Biblioteca Municipal o en la Casa de la Cultura. También tenemos en nuestro municipio a dos excelentes investigadores: Benjamín Mojarro V. y Modesto Molina que están trabajando desde hace algunos años en sus estaciones experimentales agrícolas. Ellos están dispuestos a compartir sus conocimientos con aquellas personas que se acerquen con voluntad, actitud y disposición para aprender. También contamos con algunas otras personas que están trabajando para hacer investigaciones y mejoras genéticas en el ganado bovino y caprino. Por otro lado, si nos lo propusiéramos, podríamos desarrollar un Instituto del Diseño y Alta Costura y Moda ya que contamos en la ciudad con innumerables mujeres que poseen muchas habilidades que se pudieran adaptar para la producción de ropa de alta moda para la exportación. También se pudieran aprovechar los conocimientos que tienen muchos de nuestros artesanos para manejar metales y artículos religiosos y con dichas habilidades establecer otro Instituto que preserve los conocimientos de nuestra gente en ese campo. En fin, ojalá que estos anhelos por adquirir conocimientos no sean solo sueños sino que sean el motor y motivación que nos está dejando Francisco Miranda. Él nos ha demostrado que Dios nos ha dado los mismos talentos a todos los seres humanos y que se nos pedirán cuentas por ellos, sobre todo si no los utilizamos en todo su potencial.
Gracias a todos los lectores: José Luis García Salazar

Aída Gil Salazar

Vayan estas humildes líneas como un homenaje a quien formó a miles de yurecuarenses a lo largo de más de setenta años. Con su ejemplo nos entregó docencia y decencia.

Ella tuvo vocación y amor por lo que hacía cotidianamente.


La maestra “Elisita”, quien también nos dedicó su vida, fue la madre de la maestra Aída. Su padre fue Filogonio Gil. Trabajó como telegrafista bajo las órdenes del general Villa en la Hacienda de Canutillo en Durango y fue quien recibió la noticia del asesinato del general revolucionario el 20 de julio de 1923. Probablemente fue de los pocos que se atrevieron a acompañar el cadáver del líder guerrillero cuando lo velaron en el hotel Hidalgo de Parral, Chihuahua donde había ocurrido la emboscada.

Posteriormente la familia Gil Salazar se trasladó al estado de Jalisco, habiendo vivido en La Barca y Atequiza. En Guadalajara, la maestra Aída realizó sus estudios en el Instituto Musical graduándose como maestra de música, con especialidad en pianísitica en 1935. Posteriormente se quedó a vivir en Yurécuaro e ingresó a la Escuela Primaria Federal “Lázaro Cárdenas” (cuyo nombre se sustituyó posteriormente por el de Escuela Primaria Federal “Constitución de 1917”).

Ella continuó su preparación personal graduándose como Maestra Normalista en 1951.Por esos años, la maestra Aída impulsó fervientemente el cariño por la música y en todos los festejos patrios de la década de los años 50´s ayudó en la realización de muchos eventos que hicieron de nuestro terruño uno de los sitios más alegres de la región. Por esas fechas, también formó parte del Quinteto de los Hermanos Macías, (a quienes también debemos honrar).

A ellos los acompañó en sus conciertos por muchas ciudades de Michoacán y Jalisco y se presentaron en las transmisiones que difundía la XEZM de Zamora en el programa “Michoacán en Marcha”.



En otro ámbito en el que la maestra Aída trascendió fue en el político ya que como representante del Ayuntamiento en el trienio 1957-1959 fungió como presidenta municipal el último año del mismo. Cabe agregar que hasta la fecha, ha sido la única mujer que ha ocupado tan importante cargo en nuestro municipio y en todo el estado de Michoacán, fue la segunda mujer al frente de un gobierno local. En tan solo un año de su gestión y con poco presupuesto como se estilaba en aquellos años, realizó muchas obras por lo cual es digna de elogios.

Sin embargo, por lo que más la debemos recordar es por el hecho de haber salido avante en un ambiente donde los hombres, por lo general, le dejamos poco espacio para desenvolverse a las mujeres. La maestra Aída fue pionera en todo México en lo que respecta al ejercicio del derecho que tienen todas las mujeres por condiciones de igualdad en todos los campos del quehacer humano. Debido a esto, ella se ganó un lugar en la historia. Ahora le pido al lector que se remonte al Yurécuaro de hace cincuenta años, cuando ocurrieron estos hechos.


Piensen en todas las barreras que tuvo que haber librado esta mujer, pequeña en estatura pero grande en determinación y con la convicción de que todos sus esfuerzos y penurias valían la pena porque los hacía por su querido pueblo. Una dificultad que tuvo que vencer en ese entonces fue la de aclarar una acusación que se hizo durante la investigación del choque de trenes frente a La Estación. Se rumoraba que había sido producto de un sabotaje por parte de algunos seguidores del líder ferrocarrilero Demetrio Vallejo.

También se dijo que los saboteadores habían tenido demasiadas libertades para actuar en el pueblo y que por eso habían logrado su cometido. Se aclaró que existía un destacamento de soldados encargado de las Vías Federales y por lo tanto se deslindaron responsabilidades y la maestra Aída libró una barrera más en su camino. De lo que no se pudo salvar fue de pisar la cárcel.

Esto ocurrió en 1968 cuando fungía como presidenta del Consejo Municipal Electoral y durante las elecciones para renovar el Ayuntamiento se desaparecieron unas urnas. Como ella era la responsable de todo el proceso electoral, debió permanecer en el “bote” durante ocho días mientras se aclaraba el asunto del cual también salió libre de culpa.Los maestros de la Escuela Primaria Federal “Constitución de 1917”, en sus inicios con otro nombre, tuvieron que pasar muchas dificultades para poder cumplir su misión docente ya que tenían que impartir sus clases en casas particulares que amablemente facilitaban algunos padres de familia.

También utilizaban la Casa del Comisariado Ejidal y en 1937 la escuela se instaló en el lugar que ocupa actualmente. Catorce años más tarde, la maestra Aída fue nombrada directora de la escuela y a partir de entonces, miles de alumnos fueron guiados por sus enseñanzas y sus consejos.Posteriormente, en los inicios de la década de los 60´s muchos padres de familia y maestros se unieron para hacer realidad un sueño: tener una escuela que permitiera a la gente de Yurécuaro continuar sus estudios secundarios y no tener que desplazarse hasta La Piedad.

Fue así como nació La Escuela Secundaria “Justo Sierra” que funcionó en distintos locales y con horarios un tanto irregulares ya que teníamos que aprovechar las horas disponibles de los distintos profesores y por lo tanto íbamos en la “madrugada”, a mediodía y por la tarde. Fue en esta época que tuve el privilegio de conocer a la maestra Aída y recuerdo dos anécdotas. En una ocasión nos estaba enseñando a cantar y le dijo a mi gran amigo Jorge Chavolla (q.e.p.d): “Mira Jorgito, mejor tú acompáñanos con la boca cerrada, al cabo ya tienes tu calificación aprobatoria” y mi amigo sonriendo nos siguió acompañando con un mmmmmmm.

En otra ocasión, estábamos los de mi grupo ensayando una canción y yo considero que nos estaba saliendo perfecta, cuando de pronto, le cae un gato a una de mis compañeras y debido a la conmoción, tuvimos que suspender el ensayo que tan bien iba. Cabe aclarar que el gato no brincó solo sino que fue lanzado por alguien de los de primer grado.La maestra Aída, ni en esta ni en otra de muchas travesuras nos faltaba al respeto a la hora de llamarnos la atención. Ella respetaba a todo Ser humano que tenía enfrente con lo cual nos dejaba intacta nuestra autoestima y con ello nos dio valores humanos que ahora debemos transmitir a las nuevas generaciones.

Quiero terminar con un extracto de esta canción que nos enseñó. Fue escrita por el poeta oaxaqueño Samuel Mondragón y que en parte dice:
“Cántaro fiel”
Barro de fe, barro de amor Vibrando santa melancolía. Símbolo fiel de dolorQue canta la raza mía ……..
….. Cántaro fiel, timbre racial, Del zapoteca bronceado y fuerte,Ya lleves agua o mezcal,nos sirves hasta la muerte…….
La maestra Aída, como este cántaro fiel, seguirá “sirviendo” a Yurécuaro porque su ejemplo seguirá presente en nuestros actos por muchas generaciones más.Gracias por honrar su memoria.
José Luis Garcíawww.productividadorganizacional.com

Eduardo Huaracha Farías

“Aquí en las riberas del Lerma onduloso, que corre en un lecho de gala y verdor,un pueblo se eleva: Yurécuaro hermoso, se arrulla entre flores con cantos de amor ……”

Así comenzaba El Caballero su participación declamatoria en todas las ocasiones en que le tocaba estar en su terruño, fueran éstas las fiestas del “día ocho” o en las fiestas patrias de septiembre. Él se subía al kiosco al mismo tiempo que toda la muchachada se ponía a dar vueltas, las mujeres hacia un lado y los hombres para el otro. Mientras algún pretendiente, después de aventar varias serpentinas “de las buenas”, que eran de celofán, le lanzaba también a la mujer amada la obligada pregunta: ¿no me corresponde? El Caballero continuaba el extenso poema del ilustre Austacio Zepeda y quizás bajo el embrujo de esas cálidas palabras, muchas mujeres dieron el ¡SI! Iniciando así el origen de muchas familias actuales.

Muchos de nosotros también recordamos la risa y sonrisas francas de este personaje que por tanto tiempo dio orgullo a Yurécuaro.Ya lo cita, quien nunca dejará de ser nuestro gran amigo Fidelmar Banda (q.e.p.d.) en su libro: “Pinceladas de un pueblo…”, El Caballero Huaracha nació en 1904 y murió en 1986. Hijo de Francisca Farías y Eduardo Huaracha. Recibió los primeros conocimientos de parte del que fuera un gran maestro Gerardo López Durán en la Escuela Estatal para varones, localizada en lo que hoy es el Mercado Municipal y que en los siglos 18 y 19 correspondía a los terrenos del El Corral del Rey.

Siendo muy joven y en parte debido a los tiempos tan violentos que se vivían y en parte por su anhelo de superación, se fue al “norte” y se afincó primero en San Diego. Anduvo en otros lugares hasta que encontró un buen trabajo en la Empacadora Wilson de Los Ángeles. En ese lugar y debido a su porte y complexión física, nadie creía que fuera mexicano; unos decían que era irlandés y algunos otros le decían, medio en broma, que era un espía ruso bolchevique y que se hacía pasar por mexicano de Yurécuaro con tal de disfrazar sus actividades clandestinas.

De cualquier forma, en la empacadora llevaba a cabo la tarea de matar las reses y él comentaba posteriormente que “acepté la encomienda porque no me había gustado la forma en que ejecutaban a los pobres animales”; decía que “esos güeros pendejos no le atinan bien y parece que están quebrando piñatas”. Contaba lo que les había dicho en esa ocasión: “cabrones, les voy a soltar un buey de esos en un corral para ver si se animan a darle tantos mazazos al pobre animal”.

El Caballero era una buena persona y aceptó el oficio para hacer menos brutal la maniobra.Su apodo se originó en una ocasión en que peleó en Los Ángeles contra George Claire al cual derrotó y dejó muy maltratado a tal grado que no podía recobrar el sentido. Eduardo, ayudado por el referee, depositó a su adversario gentilmente en su banquillo y a partir de entonces, la prensa de Los estados Unidos le empezó a llamar “El Caballero”. Sin embargo, ya cuando nuestro personaje se había retirado de los cuadriláteros les contaba otra versión a sus amigos de Yurécuaro. Decía que en esa pelea, noqueó a Claire y al estar esperando que el referee contara del uno al diez, como debe ser, o sea tardándose solo un segundo cada vez que se baja la mano, veía que dicho referee se tardaba casi tres segundos en cada bajada de mano y además, en una ocasión en que El Caballero se le acercó para decirle en español “bájala más rápido”, el referee le hizo la seña de que se fuera a su esquina y en lugar de continuar en el “cinco” donde ya iba la cuenta, volvió a iniciar desde el “uno” y fue entonces que fue a decirle: “listen, son of a b…” (óyeme, ca… se nos va a morir este cristiano y a mí es al que van a echar al bote). Entonces fue que el referee aceptó que le ayudara a llevar al rival a su esquina donde tardó varios minutos en despertar y ya cuando El Caballero vio que no estaba tan atarantado, entonces por fin pudo respirar tranquilo.El Caballero contaba también que conoció a un peleador chicano que se anunciaba como “Bert Colima” y que en realidad se llamaba Epifanio Romero pero se había cambiado el nombre para que sus padres no estuvieran preocupados al saber que se dedicaba a tan peligrosa profesión.

También relataba que estando en Los Ángeles lo habían invitado a representar a México en las Olimpiadas de Ámsterdam pero que no había podido juntar el dinero para el pasaje. Decía en sus amenas charlas con sus amigos que en México se había iniciado el boxeo profesional cuando él contaba con 24 años y que se hacían buenas peleas en el antiguo Toreo de la Condesa de la capital mexicana y pagaban solamente diez pesos a los principiantes, cincuenta a los medianeros y 200 a los estelares.

Allí había conocido a un gran peleador llamado Rodolfo Casanova que había nacido en León y que semana tras semana se subía al ring a ganarle a cuanto rival le pusieran enfrente; desgraciadamente, las costumbres en el ambiente boxístico estaban tan viciadas que poco a poco lo habían seducido y Casanova se pasaba la mitad del tiempo en los cabarets y la otra mitad en las delegaciones. Lo derrotó su propia sombra y el cúmulo de malos entrenadores y amigotes que lo hacían pagar las cuentas y hasta las propinas. Ya para 1959, con sus cualidades exprimidas, le pagaron un poco de dinero por aparecer en la película “Guantes de oro” y su participación se limitó a una frase que dijo con tristeza: “esta pelea la tengo que ganar” y se refería a su lucha contra el alcoholismo. El caballero contaba que había tratado de aconsejar a Casanova y a otros boxeadores que caían en las redes de los malos promotores y delincuentes del ambiente. También decía que “Gracias a Dios” él había sabido apartarse a tiempo.

Con respecto al cine, el Caballero le gustaba ir a ver las películas El ídolo de barro con Kirk Douglas y La pelea nunca termina protagonizada por su ídolo Joe Louis y las veía varias veces por el mismo boleto. También contaba que estando en el ambiente del cine, lo consultaron cuando estaban filmando Campeón sin corona de Alejandro Galindo aunque después le escamotearon la paga que le habían prometido.El Caballero también relataba que frecuentó al compositor Luis Pérez Meza quien también había sido boxeador y tenía el sobrenombre de Kid Mundial. Que entre pelea y pelea y viendo lo difícil que es la vida, compuso su famosa canción “El Barzón”. Decía el Caballero Huaracha que Luis Pérez Meza era muy luchón y que gracias a eso, la XEW le dio un reconocimiento.

Estando allí, invitó al Caballero a acompañarlo a las Islas del Pacífico porque iba a cantarles a las tropas mexicanas del Escuadrón 201 ya que por ese entonces, 1945, participaban en la Segunda Guerra Mundial. Habían planeado que después de cantarles a las tropas iban a dar una pelea de exhibición. Después de la invitación, El Caballero estaba muy ilusionado pero desgraciadamente tuvo que suspender el viaje porque tenía un familiar muy enfermo.El espacio para escribir se termina y hubiera querido tener el doble para recordar en estas líneas la figura de este amable yurecuarense que nos ha heredado varios valores personales a seguir por nosotros y los jóvenes que vienen detrás de nosotros. Nos deja su ejemplo de constancia, pundonor y valentía casi suicida al pelear.

También debemos recordarlo como una persona que hizo honor a su nombre ya que la lealtad y cortesía aunados a su gran alegría y optimismo por la vida lo hicieron digno de reconocimiento por todos nosotros.Gracias por su lectura: José Luis García Salazar

Guanax

En este artículo quiero hablar de quien inició el linaje “yurecuarense” propiamente dicho ya que Guanax es la primera persona originaria de Yurécuaro de quien se tiene noticia registrada históricamente. Vuelvo a citar la obra del Dr. Francisco Miranda: “Yurécuaro, Monografías Municipales del Estado de Michoacán” y también la obra: “Relación de Michoacán” capítulo XXIX: “Cómo vino Nuño de Guzmán a conquistar a Xalisco e hizo quemar al cozonci”.Era el 5 de febrero de 1530, Nuño de Guzmán se dirigía al norte de Michoacán y a Jalisco a consolidar la Conquista; llevaba preso a Tangaxoan II último rey purépecha a quien ya le había exprimido hasta el último pedazo de oro y plata que le quedaba. El español estaba temeroso que Tangaxoan se rebelara y le habían dicho que en Cuinao o en Coina (por el rumbo de Atotonilco) o por Cuynapan (en el estado de Guanajuato) se estaban preparando para atacarlo, 8000 guerreros purépechas. Las tropas españolas se habían asentado a orillas del Rio Grande en Conguripo (cerca de Angamacutiro). Una de sus patrullas de avanzada había capturado a un “indio chichimeca naguatlaco tarasco” al cual le preguntaron su nombre y contestó: Guanax. Le preguntaron de dónde era y les dijo: de Yorecuaro. Le preguntaron por qué te traen preso y contestó: iba de mi pueblo a Zináparo por maíz y me prendieron.Después lo siguieron interrogando sobre la gente de guerra que estaba apostada para atacarlos, que cuántos eran y quién los mandaba. Contestó que no sabía “ni había visto que haya gente de guerra en dicho pueblo”. Le preguntaron: ¿esa gente de Cuinao sirve al Cazonzi? Y contestó: “Antes eran enemigos, ahora son amigos y sirven a Cazonzi”.Cabe agregar en este punto, que la historia nos dice de Nuño de Guzmán que tenía la habilidad para hacer confesar a cualquiera y no dudaba en utilizar procedimientos brutales como el “aperreamiento”. Éste consistía en amarrar a los prisioneros en una gran estaca y después les soltaban uno o dos perros hambrientos que los iban destrozando poco a poco. Probablemente a Guanax lo convencieron de que dijera lo que los españoles querían oír y confesó que en Cuinao sí había gente de guerra y que la mandaba un jefe llamado Cipaque. También confesó que el señor de Yorecuaro había matado a dos españoles y que dicho señor ya había muerto, aunque no dijo si había muerto en batalla o por otra causa.Con esta confesión, Nuño de Guzmán obtuvo el pretexto para ejecutar a Tangaxoan y el 14 de febrero mandó que lo ataran de pies y manos y que le pusieran una soga en el cuello; enseguida, lo amarraron a la cola de un caballo que lo arrastró por las calles del pueblo. Posteriormente, fue llevado a las orillas del río, lo ataron a un madero y lo estrangularon. Finalmente, quemaron el cuerpo y regaron las cenizas en el Río Grande.Con el fin de conocer un poco más el ambiente en que se desenvolvía nuestro protagonista, quisiera hacer ahora un recorrido imaginario acompañando a los ancestros de Guanax. ¿De dónde llegaron los primeros pobladores de nuestra región? El tema es muy extenso y por el momento solo analizaremos dos posibilidades: eran miembros del reino de Chupícuaro o eran parte de los integrantes de la Peregrinación de los mexicas que venían del norte y se asentaron finalmente en la Gran Tenochtitlan.Sobre la primera posibilidad, podemos decir que la cultura de Chupícuaro se desarrolló en el occidente de México desde el Altiplano Central hasta los actuales Estados de Nayarit y Colima. Su principal sitio arqueológico se asentó a las orillas del Rio Lerma y ahora está cubierto por la presa Solís, cerca de Acámbaro. Los arqueólogos e historiadores datan el predomino de esta cultura desde el año 800 a. C. y hasta el 200 de nuestra Era. Expreso esta hipótesis debido principalmente a que los pobladores en la antigua Chupícuaro buscaban asentarse predominantemente en las riberas de los ríos y cerca de los manantiales y como es obvio, nuestra región les ha de haber parecido un paraíso. Además, en dicha cultura, llevaban a cabo el enterramiento de sus muertos de una manera muy característica, similar a las tumbas que hace unos años se encontraron en las tierras de cultivo cercanas a donde se bifurca el camino que conduce hacia Monteleón y hacia El Refugio. Sobre la segunda hipótesis, se puede decir que los mexicas, en su largo recorrido que duró más de 150 años partieron de Aztlán-Chicomostoc en el norte y se dirigieron hacia el sur. Se cree que en cierto punto de su peregrinaje, se toparon con el cauce del que hoy se llama Río Santiago y que corriente arriba es nuestro Río Lerma. Los mexicas siempre buscaron el agua como elemento vital para sobrevivir y se asentaban en los cauces dando origen a distintas poblaciones y posiblemente, algunos integrantes se quedaron a vivir en la región de Yurécuaro. Sea cual sea el origen de los primitivos pobladores, posteriormente y allá por el año de 1410, los purépechas, bajo el mando de Tariácuri, conquistaron estas tierras y obligaron a pagar tributo hasta que los españoles hicieron su aparición.Volviendo a nuestro relato sobre Guanax, vemos que cuando lo apresaron “iba de Yorecuaro a Zináparo por maíz” y que el probable camino que tomó fue por el rumbo de La Joya, atravesando el cerro para después pasar por Taquiscuareo hasta llegar a Zináparo. La ida la podía hacer en una jornada y media a muy buen paso, y quizás corriendo, pero ya de regreso se tardaba más del doble porque traía el maíz en sus espaldas ya que, como sabemos, en ese tiempo no había bestias de carga. Ahora, imaginemos la fortaleza, el aguante y la determinación que poseía Guanax que le permitían cumplir el deber para con su familia que lo esperaba en su hogar localizado cercano a la antigua Alberca de Monteleón o por la laguna del Tequesquite o por el rumbo de La Loma.Guanax como primer personaje histórico de estas tierras nos ha legado el ejemplo de su fortaleza y el ánimo que ahora, en estos tiempos del siglo 21, siguen muchos otros yurecuarenses ya sea en “el otro lado” como migrantes o en otros lugares del mundo y también en todo nuestro municipio y que con su esfuerzo cotidiano, cumplen con su deber. A todos ellos, les doy mi reconocimiento, respeto y aliento para que no dejen que el pesimismo y la desesperanza de estos tiempos tan difíciles les quebrante el ánimo o les apague las ganas de seguir superándose personal y familiarmente.
Gracias por su lectura: José Luis García

Nicolás Tamayo y Marcelino Lorenzo

En esta ocasión voy a basar mis comentarios en lo escrito por Francisco Miranda en su obra “ Yurécuaro, Monografías Municipales del Estado de Michoacán” quien a su vez rescató parte de la crónica del historiador Ignacio Estrada Navarro.

En tiempos de la Guerra de Independencia sucedió que….“ a Nicolás Tamayo, alcalde de la comunidad indígena le tocó ser señalado para el fusilamiento cuando el padre Torres diezmó la población. Camino a la ejecución, habría encontrado a un compadre suyo de nombre Marcelino Lorenzo, barquero del río, a quien invitó a acompañarlo pues habían prometido morir juntos como grandes amigos que eran. Marcelino, después de confesarse, se juntó a Nicolás muriendo de la misma descarga”.

Sobre estos acontecimientos, podemos detenernos a reflexionar en dos momentos importantes. El primero fue cuando los dos amigos sellaron el compromiso de morir juntos. El otro momento fue cuando Marcelino, sin titubear, acompaña a Nicolás para morir fusilado.

Él no tenía por qué perder la vida; si se hubiera negado a cumplir el pacto, nadie se lo podría haber reprochado.Para entender mejor la situación, quiero apoyarme en las obras de los historiadores citados para describir, de manera, un tanto novelesca, los lugares y la época en que se desarrollaron estos hechos.

Estamos hablando de los tiempos de la Independencia. Por el rumbo se había levantado en armas el cura de La Piedad, José Antonio Macías y se había enfrentado al general realista José de la Cruz en Urepetiro. El pueblo era un avispero y Andrés Ventura, acompañado de 100 luchadores habían atacado al comandante realista Tecacho acuartelado en La Barca y habían sido derrotados y muertos casi todos.

En Yurécuaro se estableció la guarnición al mando de Manuel Pesquera que ordenó amurallar el pueblo para defenderlo contra las incursiones de los Insurgentes. En una ocasión salió a combatir a una partida de guerrilleros del padre Torres que andaban por el rumbo del Cerro Colorado que lo derrotaron y le mataron 30 soldados. Pesquera huyó dejando un regadero de muertos. El mayordomo del rancho llamado Luis Tamayo, se compadeció de los difuntos, los subió a una carreta y los llevó al pueblo para depositarlos en el camposanto.

En pago a su buena acción, el capitán Rafael García, que había quedado al mando de la guarnición, ¡lo fusiló!. Así eran las cosas en esos tiempos. Me imagino, que después del fusilamiento, Nicolás le confió a Marcelino el temor a ser muerto en cualquier momento, inclusive, “sin deberla” y fue cuando sellaron el pacto de morir juntos. Ellos amaban la vida y disfrutaban cada ocasión festiva que ocurría en el pueblo, así fuera una carrera de caballos como la que se había llevado a cabo cuando el mayordomo de la Hacienda de Vista Hermosa retó y perdió frente al mayordomo de la Hacienda de San José. Los corredores arrancaron de la Tetilla, pasaron junto a las huertas hasta llegar frente al Templo que recién en 1808 se había techado con unas grandes vigas traídas del rumbo de Purépero. Ellos también disfrutaban las pastorelas que se celebraban en la noche del 24 de diciembre, cuando se “acostaba al Niño” y se llevaban a cabo en “El Corral del Rey” (donde ahora está el Hotel Palacio).

Amaban a su pueblo del cual decían: “en estos lugares, la geografía ha sido abundosa en aguas, refugio de afligidos y apaleados en todas las guerras que han ocurrido desde hace cientos de años pero que después de todas, siempre acabamos rehaciendo nuestras vidas en paz y nos invitan a mirar siempre p'a delante”. Nicolás Tamayo, al fungir como alcalde de la Comunidad Indígena, estaba encargado de recabar fondos para las fiestas de La Purísima. En ellas se daban el gusto de quemar hartas “ristras” de cohetes.

También se aseguraba que no faltara la música ni en esas fiestas ni en otras durante todo el año porque esto es algo que siempre nos ha distinguido a los yurecuarenses. También era el encargado de organizar a su gente para las obras como la de la construcción del templo cuando participaron con 12 hombres cada día durante toda la edificación que inició en 1805. Adicionalmente, reunía fondos para que nunca le faltara el aceite a “El Amo” (en el templo) y pagaba los gastos por enfermedad de los miembros de la comunidad.

Cuando él fue “señalado” para el fusilamiento, probablemente se debió a que no pudo reunir el dinero suficiente que le exigieron los seguidores del padre Torres o probablemente porque no acompañó a Andrés Ventura en su ataque a la guarnición de La Barca o probablemente porque lo metieron en alguno de los tantos chismes que a veces soltamos en la calle y que casi siempre envenenan los corazones y destruyen las vidas de nuestra comunidad.

Ahora ¿quién puede decirnos por qué lo señalaron? Lo que si sabemos es que Nicolás, como buen líder de su pueblo, aceptó el señalamiento y acompañó al pelotón para enfrentar a su destino. Ahora reflexionemos sobre el otro momento clave de nuestro relato para lo cual es necesario conocer un poco más acerca de la vida de Marcelino Lorenzo quien era barquero en el “Paso Real del Río”. Allí se encargaba de llevar a la gente y la mercancía que compraban a Don Cosme Antonio Estrada y la llevaban a la Hacienda San José y de regreso acarreaban naranjas, guayabas y otros productos que vendían en la plaza. Marcelino era amigo de los tataranietos de Matías Bravo quien había recibido de la Audiencia de Nueva Galicia, la concesión de las Chorreras allá por 1689 y se dedicaban a pescar carpas y bagres en sus potreros. Marcelino se ayudaba también con otros ingresos provenientes de la pesca en las nazas y no estaba de acuerdo con otros paisanos cuando le decían que “los carperos, en tiempos de secas se la pasan huevoneando”.

Él decía que trabajaban durante toda la noche desafiando las fuertes corrientes y los remansos del río durante toda la temporada de aguas y que por lo tanto durante el día tenían que descansar. A primera vista, la sencillez de Marcelino no deja ver su grandeza como Ser humano y recordemos que él dejó todo lo que estaba haciendo y se fue acompañando a Nicolás con el único fin de honrar su palabra y cumplir el pacto que habían hecho tiempo atrás.

Él nos puso la muestra del Valor humano de la Amistad. No pidió ninguna cosa a cambio sino la oportunidad de confesarse y lo hizo con el padre José Alejo Martínez quien se preguntaba ¿cómo no te voy a dar la absolución si estás haciendo lo mismo que hizo Jesús cuando dio la vida por sus amigos?Marcelino se puso al lado de Nicolás y ambos, con la frente erguida, murieron con la misma descarga.¿Qué nos han dejado como herencia estos dos personajes yurecuarenses?

El primer regalo es el de saber que Nicolás Tamayo supo despertar el sentido y la virtud de la amistad y que con valentía representó a su comunidad aun a costa de su vida.

El otro regalo es la acción de Marcelino Lorenzo quien demostró su responsabilidad y cumplió con su palabra lo cual lo pone a la altura de muchos héroes mexicanos que han contribuido con actos que hoy repetimos cada día para ir haciendo una sociedad mejor.

Sigamos practicando la amistad no solo aquí en Yurécuaro sino a donde vayamos para que la gente con la que nos relacionemos gocen también con lo que nosotros hemos heredado.

Gracias por acompañarme en estas reflexiones: José Luis García SalazarVisiten mi sitio web: www.productividadorganizacional.com

FILIBERTO GARCIA

Personajes yurecuarenses

Filiberto García
¡ Soy del mero Yurécuaro, Michoacán !
les decía muy orgulloso a sus amigos, Filiberto García. A mi madre le decían La Charanda y no conocí a mi padre. De chico fui a la doctrina, al otro lado del templo y mis amigos me apodaron “El gato”, nomás porque tenía los ojos verdes. Era muy bueno para los volados y por lo general, les tumbaba a todos mis amigos, el dinero que ellos se ganaban en el “bolo” después de los bautizos.

Con estos amigos me gustaba irme a meter a las huertas a comer naranjas y fui experto en diferenciar el dulzor de todas ellas. Me acuerdo de las de El Jacalón y las de la huerta de la Colonia Industrial o de las de Don Pancho Arias, las de Cata Villanueva y las que estaban en La Ribera, allá en San José o en las huertas de Bárcenas. Sin embargo, quiero agregar, ninguna se comparaba con el dulzor de las “naranjas sin semilla” de las huertas de los Chavolla, ¡Esas eran pura miel escurriendo entre los labios!

Siguió diciendo Filiberto: fue en una de estas huertas donde supe por primera vez lo que era el amor. Lo malo fue que también lo supo Don Romualdo el papá de mi primera novia, Gabriela. Cuando nos encontró debajo de un naranjo, hizo que me arrodillara y aprovechando que tenía los pantalones bajados, me dio de planazos con el machete y me dejó las nalgas bien coloradas. Y Gabriela fingía llorar pero se sonreía maliciosamente ya que yo le gritaba a Don Romualdo que me iba a casar con su hija pero él respondió que no quería por yerno al hijo de La Charanda.

Filiberto, les siguió contando a sus amigos que también le gustaba irse a La Estación a poner en los rieles algunas monedas para que el tren les quitara el sello. Ocurrió que, cuando andaba por las vías, un día pasó en un tren el general revolucionario Marchena y lo enroló como su asistente personal y se lo llevó a “la bola”. Pasado el tiempo, estuvo en la policía de San Luis Potosí y luchó contra el general Cedillo cuando se levantó en armas.Después, Filiberto pasó a ser policía de “La Secreta”. Cargaba una 45 y le gustaba usar sombrero tejano, corbatas de seda y la loción Yardley.

Aunque tenía una cicatriz en la cara que lo hacía verse un tanto siniestro, tenía su buen pegue con las mujeres y cuando alguien le reclamaba que por qué era tan serio, contestaba que “es de pendejos andarse riendo todo el tiempo”. Fumaba “Delicados” porque como él decía, le gustaba sentir el tabicazo directo a los pulmones. Le gustaba mucho jugar al dominó pero más le gustaba, hacer muertos pero los hacía cara a cara, como los hombres.Filiberto no conocía el miedo por eso El Coronel y Rosendo del Valle le encomendaron un trabajo muy importante.

Se trataba de descubrir un complot para asesinar al presidente de Los Estados Unidos que estaba por llegar a México en una visita oficial. Cabe mencionar que hacía poco tiempo había ocurrido la muerte de Kennedy en Dallas, y se trataba de evitar que en nuestro país ocurriera algo similar por lo que tal trabajo era de suma importancia. El rumor del atentado había sido detectado por los servicios de la policía rusa. Se destinó entonces a un agente ruso, a uno de Estados Unidos y a Filiberto García e iniciaron sus investigaciones en el Barrio chino de la ciudad de México donde Filiberto era muy estimado y era conocido como “El Honolable señol Galcía”.

La misión encomendada se complicó ya que los confabulados querían culpar a los chinos comunistas del atentado. Los rusos estaban aprovechando la confusión para investigar simultáneamente otro rumor que decía que los chinos querían quitarles la influencia política en Cuba. Por su parte, los chinos le confesaron a Filiberto que no sabían nada del atentado y que ellos solamente querían desplazar a la Mafia en Los Estado Unidos para lo cual tenían en su poder mucho dinero.Filiberto, por su parte, apoyado en su gran sagacidad, intuyó que se tramaba algo muy diferente y finalmente descubrió que el general Miraflores y Rosendo del Valle habían contratado a dos asesinos para que llevaran a cabo el atentado pero éste no iba a ser en contra del presidente de Los estados Unidos sino contra el presidente de México para que una vez muerto, ocupara la presidencia Rosendo del Valle y el general Miraflores obtendría a su vez, todo el poder militar.

Filiberto preparó entonces una reunión donde obligó a confesar a los implicados que al verse descubiertos, se mataron mutuamente.Así termina este hecho donde un yurecuarense se vistió de héroe evitándole a toda una nación, más desgracias que las que ya había padecido durante la Revolución Mexicana y durante “La Cristiada”.Ahora bien, lo que aquí estoy resumiendo es el producto de una magnífica novela del gran escritor mexicano Rafael Bernal nacido en la ciudad de México en 1915 y muerto en Suiza en 1972 poco después de haberse doctorado en la Universidad de Friburgo.

No estoy seguro si el Dr. R. Bernal era pariente de aquella familia de los Bernal que tenían la panadería en la calle Constitución, rumbo al puente, y donde se encontraba el famoso “Túnel secreto” donde se guarecían durante las épocas peligrosas y donde posteriormente, nosotros jugábamos en nuestra niñez. Lo que si se puede apreciar en la novela, es que el Sr. Rafael Bernal quería mucho a nuestro pueblo y lo conocía bien y nos puso el ejemplo para externar ese cariño por nuestro terruño, el cual, todos nosotros deberíamos seguir.La novela a la que hago alusión se llama “El complot mongol” y apareció por primera vez en 1969 publicada por Editorial Planeta.La intención de este resumen es con el fin dar a conocer algunos pasajes de la vida de algunos personajes yurecuarenses y sentirnos orgullosos de nuestras raíces y espero en el futuro contribuir nuevamente en recordar otros pasajes de nuestra magnífica gente. Les agradezco su lectura: Atentamente José Luis García Salazar