YERBEROS (Segunda Parte)

Nuevamente la peluquería de Macario era el escenario donde se arreglaban todos los problemas del mundo y se levantaban muchas maledicencias, contra las virtudes de algunas personas, simplemente, hablar por hablar. En cierto momento Procopio el panadero estaba opinando: “Esa muchacha no era casta ni de los oídos, porque habían de ver cómo le hacía al chisme en las Cuatro Esquinas”. Alguien le reclamó: “Mejor ni habías de opinar, ya ves que decían de tus hermanas que en lugar de ir a lavar a 'el Agua Caliente', se la pasaban inventando puras mentiras´”. Después de un rato de alegatas, Macario les dijo que ya iba a cerrar el negocio y cuando lo hizo, emprendió el camino, acompañado de Jeremías y Herculano y juntos se fueron a ver a Esculapio para que diera la siguiente “sobada”.Al llegar, Esculapio los recibió con un té muy sabroso con el que se les quitó el frío. Los tres amigos querían saber el nombre de la yerba pero Esculapio ni siquiera se acordaba dónde la había cosechado. Lo que sí les dijo fue que en todo México hay más de cincuenta mil tipos de yerbas medicinales y solamente se conocen los nombres y las cualidades de tres mil de ellas. Herculano le preguntó:- ¿Por qué no usamos más las yerbas si es que antes de los españoles, la gente sabía bien curarse de sus males?- Lo que pasó fue que durante los tiempos de la Colonia, la Inquisición prohibió su uso porque decían que “eran puras hechicerías y cosas del diablo” y aunque la gente pobre las seguía usando, lo hacían a escondidas. Hay muchos lugares en Puebla, Oaxaca, Chiapas, Yucatán y en otras regiones donde las usan regularmente. Allí van seguido a “hacerse una limpia” o a tomar cualquier yerba, dijo Esculapio.- ¿Es cierto que durante una “limpia” te meten humo por todos los agujeros y luego te pasan un huevo por todo el cuerpo?, preguntó Macario.- Pos por ay va la cosa, contestó Esculapio.- ¿Y no duele mucho cuando el huevo ya va por la cabeza?, preguntó Jeremías.Como se rieron del chiste, Esculapio le dijo:- Es un huevo de gallina y no lo que estás pensando. Prosiguió contándoles sobre la historia de las yerbas y de la medicina: --Las prohibiciones duraron hasta después de que ganamos la Independencia. Sin embargo, las autoridades tuvieron que ponerse duros porque empezaron a aparecer muchos cabrones charlatanes que venían de otros países a hacerse ricos con los mexicanos ya que decían ser médicos sin haber estudiado nada. Se cuenta que en 1869, apareció un mentado Ulises de Seguier que decía que era conde y se hacía llamar “El Médico Santo”; anunciaba que curaba todo tipo de enfermedades empleando solamente su saliva y pasando las manos sobre los pacientes. Debido a eso la gente le decía “el Tentón”. También por esos años del siglo pasado, apareció otro extranjero que se llamaba Rafael J. Meraulvock, que cambió su nombre porque la gente no podía pronunciar bien su apellido y se anunciaba en los periódicos como el “Doctor Merolyico” ofreciendo tratamientos médicos tales como: el “bálsamo vegetal” para todas las enfermedades y el “elixir de Godineau”, recomendado para prolongar la vida. Dichos brebajes los vendía muy caros, y la gente los compraba. Al poco tiempo, lo encarcelaron y desde entonces se nos quedó de herencia el término “merolico” que se le aplica a todo aquel que sabe hablar pero sin decir nada o a los vendedores callejeros que emborucan pregonando los méritos de sus medicinas y que no son sino engaños que sufre la gente créida.- Y ya hablando en serio, ¿la Madre Matiana, era también “merolica”?, preguntó nuevamente Jeremías. - Yo no me sé esa historia dijo Esculapio.Fue entones que Herculano les dijo:- Les voy a contar lo que decía mi abuelita con respecto a ella. Dicha Madre Matiana, nació allá por 1690 en Tepotzotlán, un pueblo que está cerca de donde nació Juan Diego, al que se le apareció la Virgen de Guadalupe en 1531. Le decían “madre” pero no era monja ya que era la sirvienta de una mujer muy rica que estaba loca y que su familia había metido al convento. Matiana poco a poco le fue agarrando gusto a los rezos y se pasaba noches enteras haciendo penitencias y oraciones. Fue así que llegó a experimentar momentos de misticismo y dicen que empezó a curar a mucha gente, primero, a la que vivía cerca el convento de San Jerónimo en la ciudad de México y después a mucha gente de toda la ciudad. También le llegaban “visiones” en las cuales ocurrían guerras, terremotos, pestes y muchas cosas más. Ella pregonaba que esas catástrofes estaban por ocurrir en cualquier momento y con esos “miedos”, se espantaba a la población en tiempos de La Colonia. Sin embargo, pasaron más de ciento cincuenta años en que la fama de la Madre Matiana se hizo a un lado. Ya por los años de 1860, con Las Leyes de Reforma, cuando les quitaron muchos bienes al clero, se sacaron a relucir nuevamente las profecías como para amenazar y exigir que devolvieran los bienes que se habían quitado lo cual no ocurrió. Los matianistas pregonaban:El mundo toca a su fin,según viejas predicciones,que anuncian desgracias milde guerras y destrucciones. También aprovecharon el temblor que ocurrió el 2 de noviembre de 1894: ¡Sublime Creador del cielo, y de la Tierra, Señor! líbranos de otro temblor y mándanos el consuelo.A partir de 1872, la gente del pueblo usó el nombre de la Madre Matiana para popularizar muchas “calaveras”, las cuales se escriben con motivo del Día de Muertos y en ellas se pueden burlar de algunas autoridades, cosa que en otro momento, puede acarrear la cárcel al que las escribe. También se aprovecha para escribir el descontento social junto con otras ideas encubiertas. Hay versos como:Aquí yace y hace bien,Venancio el de Santander.Como vino a hacerse rico,nada más vino a joder.O estos otros: Viene la muerte luciendo, mil llamativos colores, ven, dame un beso, pelonaque ando huérfano de amores.
Continuó relatando Herculano: - Cuando se vino la Revolución en 1910, coincidió con la aparición del Cometa Halley y las Profesías de la Madre Matiana agarraron vuelo otra vez porque la gente nuevamente decía que “el mundo se va a acabar” o cuando alguien presumía de adivinador, se le decía: “ni que fueras la Madre Matiana”. También por esos tiempos, en 1917, apareció un periódico llamado la Madre Matiana en el que se le tiraba re duro a los que estaban en el gobierno y ellos nomás respondían: “son puros merolicos”.- Pos ahorita que estamos diciendo versos, no sé si me permitan decir unas partes de “El Ánima de Sayula”. Yo me la sabía toda completa pero el Señor Cura solo me permite decir esto:… Se dice, pues, que de noche,al sonar las doce en punto,sale a penar un difuntopor la puerta del Panteón. …."En nombre de Dios te pidome digas cómo te llamas,si penas entre las llamaso vives aquí entre nos. ¿Qué buscas por estos sitiosdonde a los vivos espantas?Si tienes talegas ¿cuántasme puedes proporcionar?"…."Por vida del Rey Clarióny de la madre de Gestas¿qué chingaderas son estas,que me suceden a mí? ... Yo no sé lo que me pasa,pues ignoro con quien hablo;este cabrón es el diabloo es mi compadre José. …Lo que me sucede a míEs para perder el seso;Si los muertos piden eso,los vivos ¿que pedirán? Como solo Macario se sabía la versión completa, explicó las partes faltantes. En resumidas cuentas dijo que se trataba de un episodio que le ocurrió a Apolonio Aguilar que vivía en Sayula y que estaba tan pobre que para poder llevar comida a su casa, le pidió consejo a su compadre José. El compadre le recomendó que fuera al panteón porque allí se aparecía un ánima que le podía proporcionar unas talegas de dinero. Cuando Apolonio se encontró con el espectro, creyó que tendría que entregarle el alma al diablo, pero ¡El Ánima de Sayula, quería otra cosa!Mientras se decían todos estos relatos y versos populares, Esculapio estuvo “sobando” a Herculano al mismo tiempo que le ponía en una bolsa hojas de verbena y de maravilla para que diariamente se tomara un té, por las mañanas, porque esas yerbas son buenas para los golpes. Jeremías, le pidió el remedio para “la cruda” y le dio una bolsita con hojas de guayaba. Macario le preguntó el remedio para los nervios y Esculapio le dijo que todo dependía de dónde venían esos nervios. Si los nervios te brotan cuando tienes una preocupación, te enfermas de la cabeza y te puedes curar si en un poquito de carbón prendido, le echas copal, cierras los ojos y respiras profundamente muchas veces hasta que te serenes. Por otro lado, si los nervios vienen de la ira, el coraje y el rencor, lo primero que hay que hacer es curarte el alma porque si has perdido la serenidad, tú mismo te jodes el hígado y de allí se te endurecen las arterias del corazón y ¡pum!, te vas de semilla o séase, te vas pa' debajo de la tierra. La cólera envenena el corazón y si guardas resentimientos es como si tomaras veneno y crees que el que va a morir es el otro, siendo que ese veneno es todito para ti. También les enseñó un libro muy viejo: “Farmacopea Mexicana”, publicado en 1846 y de donde les empezó a leer algunas propiedades de plantas medicinales como: pasiflorina para el mal de amor, cuando traes el corazón espinado e incluso para cuando ya está muy machucao. Polvos de víbora, pa' las enfermedades de la sangre. Unciones de manteca de elefante y aceite de cocodrilo de Egipto, para… en ese punto de la receta no le entendieron bien y de todos modos, ¿dónde iban a encontrar una carnicería donde vendieran la manteca de elefante? También les dijo que en México, después de los curanderos con yerbas, aparecieron las boticas y mencionó las tres que había en el pueblo: la “Botica del Refugio” con Juan Torres como Responsable y después quedó el doctor Francisco Gallegos quien le despachaba a la gente en su propio frasco con lo cual, las medicinas salían más baratas. También despachaba en alcatraces los polvos y las pastillas y en un tarrito daba los ungüentos. También tenemos la “Botica Guadalajara”, con Carmen Ibarra como Responsable y a donde, por lo general, no iban los hombres porque toda enfermedad siempre la quería curar con purgas y para amolarla, “metían” lavativa del número cuatro. También tenemos la “Botica la Providencia”, de Ezequiel Echegollén, el famoso “Chéquilo”. Todos sabemos que Chéquilo es re' bueno para descifrar la mala letra que ponen los doctores en las recetas. También es tremendo para reírse de todos y ha inventado cada medicina como: cucharadas de “chingaquedito”, dizque nomás para asustar al marido cuando se porta mal; las cucharadas nomás le van provocando un “córrele quetealcanza” y después mejor se endereza y deja el vicio “por las buenas”. También tiene los “chochos desapendejadores” (se ha descubierto que son de pura azúcar), y que Chéquilo garantiza siempre y cuando, la enfermedad no venga de herencia o si ya es crónica. Estos chochos se deben tomar al mismo tiempo que se reza: “San Alejo, San Alejo, ciega a los demás para que no noten que soy pendejo”. También vende una loción dizque pa' prevenir los arrimones en las procesiones o para cuando vayas a pagar una manda a San Juan de los Lagos y te tengas que meter entre el gentío.El tiempo pasó y la plática de los amigos se hizo muy amena. Macario aprovechó para pedirle a Herculano que relatara lo que había escuchado a un amigo afuera de la Catedral de Zamora y que se refería a los orígenes del protestantismo. El aludido dijo:- Pos dicen que Lútero, el aleluyo, era un padre agustino que cuando se murió el Papa fue a Roma porque quería saber cómo se nombraba a uno nuevo. Se metió entre los cardenales y empezó a ver la palomita del Espíritu Santo que revoloteaba arriba de toda la concurrencia. Sucedió que cuando ya se le iba a parar en el hombro a Lútero, otro cardenal le aventó un manotazo y se la espantó. Entonces, se levantó muy enojado y dijo: ¡Protesto! Ese fue el gran coraje que tuvo Lútero, ¡Por eso hizo su rebelión contra los que mandaban en Roma! y es por eso que ahora a todos sus seguidores les decimos “protestantes”.- Pero se dice “Lutero” porque “Lútero” es la bolsa donde guardan las mujeres a los niños antes de parir, dijo Jeremías, “el faifitas”.- Eso es “el útero”, dijo finalmente Esculapio, con su sabiduría de yerbero.Amables lectores, espero que hayan “viajado” un poco a las épocas en que nuestros padres y abuelos se curaban con diferentes hierbas y con la buena voluntad de gente, que muchas veces, ni siquiera cobraba. Gracias por acompañarme.José Luis García Salazar

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